Las leyes suelen estar para cumplirse, aunque hay a quien le cuesta bastante y depende del momento en que le coja.
Esto es lo que le ha ocurrido al concejal de Hacienda Manuel Osorio, que en 2016 se negó en rotundo a saltarse el techo de gasto cuando se lo pedían desde Podemos para poder incrementar el gasto social.
Le reclamaron entonces que fuera valiente, transgresor como Espartaco, Mahatma Gandhi o Rosa Parks.
“A Espartaco lo crucificaron y Gandhi acabó en la cárcel”, respondió entonces Osorio, firme defensor de cumplir la Ley de Sostenibilidad Financiera que puso en marcha Rajoy.
En aquel debate terció también Ángeles Muñoz, entonces concejala rasa en la oposición. “La valentía no es que ustedes decidan qué leyes no se cumplen”, le dijo a los malvados podemitas.
Afortunadamente tenemos la hemeroteca para recordar aquel pleno, que se celebró el 12 de febrero de 2016, y ver el cambio que se ha producido en los dos protagonistas, Osorio y Muñoz que, tres años después, tienen sobre sus mesas la liquidación de los presupuestos de 2018 en los que se han saltado el techo de gasto en 55 millones, ahí es nada.
Y no, no ha sido un desliz, no. Ya en su día dijeron que lo iban a superar en 36 millones, aunque es verdad que se les ha ido un poco mano con el derroche.
Lo cierto es que poco se puede esperar de un personaje como Osorio, presidente de un partido que en diez días cambió de opinión y decidió montar una moción de censura contra un gobierno al que había calificado con un notable.
Que antes sí, y ahora no, pues no sorprende la verdad en este político veleta y urdidor. Sí llama más la atención en el PP, partido que siempre presume de austeridad y de control del gasto, pero que en Marbella se ha lanzado al despilfarro de una manera escalofriante.
Se puede llegar a comprender en cierta manera que necesitaran gastarse más dinero para tener algo que ofrecer a los ciudadanos en la segunda parte del mandato, tras la moción de censura. Pero, todo el mundo se está haciendo la misma pregunta tras conocer que han superado el límite en 55 millones de euros. ¿En qué se lo han gastado?, esa la cuestión, que diría Hamlet.
Desde luego, no ha sido en obras, que se han limitado a parcheos en Marbella, ni en instalaciones deportivas, que siguen igual. Parece, por tanto, claro, que todo ha ido para esa vorágine de privatizaciones multimillonarias que han puesto en marcha y que para poco han servido al municipio, aunque a buen seguro que sí han sido suculentas para las empresas elegidas y, quién sabe, si también para algún concejal.