A nadie la puede sorprender, creo, lo que está ocurriendo en la plaza de Los Naranjos de Marbella. La alcaldesa que ha arrasado con los jardines va a cumplir dentro de poco 12 años al frente del Ayuntamiento. La conocemos, es la misma que ha talado árboles a discreción en distintos puntos de la ciudad o que, no lo olvidemos, hasta estuvo a punto de construir rascacielos. Le ha importado muy poco en todo este tiempo el modelo de ciudad.
Tan poco le importa que, mientras el nuevo Plan General de Ordenación Urbanística (PGOU), que se está redactando ahora, apuesta por Marbella como "ciudad jardín", ha masacrado los de la plaza más emblemática de la ciudad.
Pero no solo es una
actuación contradictoria con esos planteamientos, sino que ha llegado, como se diría en un juicio, con nocturnidad y alevosía.
Nocturnidad porque las obras en la plaza de Los Naranjos se iniciaron bien en la noche del jueves 28 de enero o a primera hora de la mañana del viernes 29, o las hicieron de madrugada, no lo sabemos.
El caso es que cuando hubo luz se pudo ver el desaguisado, que ya se había perpetrado.
Hechos consumados, como en épocas anteriores.
Y con
alevosía, porque no hubo opción de defensa, ni para las plantas y árboles, contra las que se utilizó de forma contundente
maquinaria pesada, ni para la ciudadanía sensible a estos atropellos, que ya solo pudo quejarse a posteriori.
El plan parece que estaba
perfectamente estudiado para que nadie pudiera oponerse y la oleada de indignación no fuera más que eso, porque ya nada se puede hacer. Incluso vamos a ver si se salva el enchinado que se puso en 2016.
Se pueden buscar excusas. Que si los árboles estaban enfermos o muertos, que si los arbustos eran
refugio de roedores que nadie ha visto. Vale, pero vamos a mantener el estilo de jardín mediterráneo, árabe, frondoso.
Un jardín con setos de borde, que no solo se ve, sino que también se huele, con damas de noche, trompeteros, plataneras, etc.
Si lo previsto fuera restablecer esa situación, las obras podrían haber tenido alguna justificación, pero no solo se ha arrasado con lo que había, sino que se va a cambiar por un jardín de estilo francés, que
no encaja en la tipología de Marbella.
La plaza perderá su esencia, algo que parece no importar a quien haya ideado este cambio, con
flores de temporada sin personalidad, pero que alguien agradecerá que se cambien cada un par de meses.
La tala de árboles, en 2014, en la calle Notario Luis Oliver.
Es triste que el Ayuntamiento pueda actuar así, pero
no nos puede pillar por sorpresa. La plaza de Los Naranjos ya ha sufrido atentados como la iluminación del edificio consistorial y los aledaños que se estrenó en
agosto de 2018. Aunque luego se matizó el color, sigue desentonando.
Lo de poner colorines a las fuentes o al puente del Cristo del Amor tiene poco de estético y sí más de dar otro contrato jugoso a alguna empresa, pero lo que se hizo en aquel infausto verano, que hay quien llegó a calificar como luces de un "club de alterne", no tiene nombre.
Pero es que antes, la alcaldesa, que lleva, insisto, ya casi 12 años en el gobierno local,
arrasó los árboles de la calle
Notario Luis Oliver, la avenida Antonio Belón, Miguel Cano, Alonso de Bazán y, también últimamente, algunos en La Alameda y Ricardo Soriano.
La escabechina es conocida, por eso ahora no puede sorprender, porque también viene por parte de quien, en 2013, quiso cambiar el PGOU para
construir cinco rascacielos y alterar el reconocible modelo de Marbella.
Ahora vuelven
los caprichos y la motosierra, que no debe molestar mucho a gran parte de la ciudadanía, porque Ángeles Muñoz ha vuelto a gobernar con mayoría absoluta. Lo que protestan, ya no tienen casi fuerzas, ¿para qué?
Así que, Ángeles dale a la motosierra, que no pasa nada.