La historia de la ampliación del Hospital Costa del Sol de Marbella es uno de los episodios más bochornosos vividos en la política local más reciente. Da para escribir un libro, sobre todo si se cuenta la verdad, a la que es fácil llegar a través de las hemerotecas. Las obras se convirtieron en un auténtico laberinto judicial por un capricho que ha causado mucho daño a la población de toda una comarca.
Fue allá por 2006, tras el fin de la era GIL con la operación Malaya, cuando se empezaron a dar los primeros pasos de un proyecto para ampliar el centro sanitario y dar respuesta al
incremento de la población en la Costa del Sol Occidental.
En los albores de la
crisis económica, la Junta del PSOE optó por un modelo mixto. Del presupuesto inicial de 49 millones de euros, 37 serían de inversión privada y 12 millones de financiación pública.
A cambio, la
empresa concesionaria explotaría dos aparcamientos: uno en superficie y otro subterráneo, una zona comercial y una guardería.
Pero pronto surgió en escena la nueva alcaldesa,
Ángeles Muñoz, que empezó a dejar claro que iba a utilizar a toda costa el hospital para confrontar con la Junta y obtener rédito político.
Comenzó por poner
problemas con la licencia para la zona comercial y la guardería sosteniendo que eran incompatibles con el PGOU.
Después, se empeñó en que no se podía cobrar por el
aparcamiento en superficie y puso en marcha la célebre campaña de la "barrera".
Al final, con las obras ya empezadas, consiguió darles la puntilla negando el permiso para el párking y paralizando las actuaciones. Era ya
octubre de 2010.
La previsión, que seguramente habría tenido retrasos, es que la nueva zona sanitaria habría estado
funcionando en 2011, pero la alcaldesa de Marbella lo evitó.
El asunto se le fue de las manos y originó un
laberinto judicial con pleitos cruzados entre la concesionaria, la Junta y el propio Ayuntamiento.
Causó un daño terrible a los vecinos y vecinas ya no solo del municipio, sino de toda la
Costa del Sol Occidental, porque el hospital da servicio desde Torremolinos a Manilva.
Miles de pacientes han tenido que seguir viajando hasta Málaga solo por
el capricho de Ángeles Muñoz y sus intrigas políticas, solo por intentar sacar un puñado de votos a costa del bienestar de la ciudadanía.
¿Qué era mejor, pagar por el aparcamiento o tener un
hospital más grande? Si se hiciera una encuesta, la mayoría apostaría por lo segundo, seguro.
La prioridad, parece obvio, siempre debe ser
la salud de la gente y después ya se habrían buscado soluciones para aparcar, pero Muñoz, una vez más, fue a lo suyo.
Mientras maniobraba por detrás, hacía su campaña culpando públicamente a la
Junta de Andalucía, hasta que, en noviembre de 2013, el
diario El Mundo aclaró bastante lo que había ocurrido.
Un juez de lo Contencioso de Málaga dio
la razón a la empresa concesionaria y la autorizó a cobrar por el párking en contra de la decisión que había tomado el Ayuntamiento en 2010.
Pero el daño ya estaba hecho y era imposible desenredar la madeja en los tribunales.
Hubo que esperar hasta el
verano de 2014, cuando firmó
un acuerdo entre las partes gracias al cual, según se dijo, las obras se iban a reanudar antes de que acabara el año.
En el
centro de la foto aquel día no dudó en ponerse, eufórica, la alcaldesa de Marbella, auténtica culpable de todo el lío.
Pero la ampliación
nunca se retomó, la empresa entró en concurso de acreedores y la Junta puso en marcha el proceso para
recuperar la concesión, algo que se produjo a finales de 2018 con el pago de 12 millones de euros.
A comienzos de 2019 hubo
un cambio de gobierno en la Junta de Andalucía con la llegada de Moreno Bonilla (PP) a la presidencia.
El tiempo siguió pasando y las obras seguían sin retomarse. Hubo que esperar hasta
finales de 2021 para que volviesen las máquinas.
La calve fue que la mejora en el centro sanitario, incluyendo las obras y los equipamientos, se está pagando con
86 millones de euros de los
fondos covid europeos.
El proyecto solo
se desbloqueó con este dinero y, resulta evidente, sin pandemia no habría ampliación.
Suena quizá duro, pero sin el dichoso virus seguiríamos en la misma situación y el hospital habría corrido idéntica suerte, por ejemplo, que el
Palacio de Justicia.
Es evidente que la Junta
no está invirtiendo en Marbella y que las obras de su competencia que se están acometiendo las está pagando o bien el Ayuntamiento, o los fondos europeos por la Covid-19.
Esta es la historia de la
infamia de Ángeles Muñoz con el Hospital Costa del Sol de Marbella, la maldad de una alcaldesa que ahora se presenta como salvadora de una situación que generó ella misma y que se ha resuelto 'gracias' a una pandemia.