El pasado 7 de febrero se anunciaba que Marbella había sido elegida como el mejor destino europeo para 2024 por una web turística en la que el equipo de gobierno había decidido invertir en promoción. Pero, ni una semana después, Marbella volvía a ser asociada en todos los medios nacionales con el narcotráfico y los asuntos turbios de la alcaldesa.
Resulta difícil de entender que el
presupuesto municipal para 2024 en materia de turismo, la principal industria local, haya bajado un 7% respecto al del año pasado.
Dentro del dinero para este apartado seguro que están acciones como conseguir ese distintivo "European Best Destinations", por el que ya se optó también en 2022.
Hace solo unos días, la alcaldesa,
Ángeles Muñoz, celebraba que Marbella había logrado el primer puesto, que está muy bien, para promocionar de esta manera su marca, lo que ahora se llama 'branding'.
Marbella es un destino suficientemente conocido a nivel mundial, pero nunca está de más anunciarlo, por supuesto, como la Coca Cola. Hasta aquí todo bien.
El problema es que, casi una semana después, la imagen del municipio se ha visto asociada en
todas las televisiones al narcotráfico y a los asuntos oscuros, una vez más, de la persona que está al frente del Ayuntamiento.
La noticia de que la Fiscalía Antidroga solicitaba
22 años de cárcel para Joakim Broberg, el hijastro de la regidora, presunto cabecilla de una organización dedicada al tráfico de drogas y al blanqueo, ha sido un nuevo mazazo para Marbella.
En todos los medios nacionales se ha hablado de ello, programas de
máxima audiencia, con todo tipo de chascarrillos, ya que a la alcaldesa se le ocurrió pedir más medios contra el narcotráfico al Gobierno.
Las declaraciones de Ángeles Muñoz reclamando al
ministro Marlaska han dado la vuelta a España al tiempo que se le recordaba lo de su hijastro.
Ya no es cuestión de analizar las consecuencias políticas que la denominada 'trama sueca' debería haber tenido, sino el efecto que sigue dejando sobre la
imagen de Marbella, el 'branding' negativo.
Con un largo pasado de escándalos en el Ayuntamiento, el municipio se merece
un descanso y ser noticia de una vez "por lo bueno", aunque para eso hay que dejar de tener "lo malo", no ocultarlo.
Mientras haya "malo", hay que aflorarlo, para eliminarlo, aunque en las pasadas elecciones, así es desgraciadamente, los
escándalos de Muñoz fueron blanqueados por una mayoría de votantes.
Los
negocios de Joakim Broberg son cosa suya, y ahí se las vea con la Justicia, pero nos interesan a todos cuando, según la Policía, trataba al Ayuntamiento de Marbella "como si fuera propio".
Le hemos escuchado compadreando con los
concejales más importantes, los que tienen más poder, y también hay
dos empresas de la trama imputadas por blanqueo que contrataron obras municipales por casi dos millones de euros.
También está implicado un
policía municipal, que fue escolta de la alcaldesa, acusado de facilitar a los 'narcos' información reservada y que señaló en su día ante el juez que lo hizo por orden de la regidora.
Todo esto no es nuevo, pero ha vuelto a los medios de comunicación estos días,
manchando otra vez la imagen de Marbella por parte de quien más debería defenderla.
La única solución para no haber pasado por este bochorno, y el que falta, porque aún está por llegar
el juicio en la Audiencia Nacional, es que la alcaldesa se hubiese marchado, que hubiese pensado por una vez en Marbella.
Luego nos hacen series y películas y nos quejamos, pero es que la realidad lleva tiempo superando a la ficción.