Era evidente que la alcaldesa de Marbella iba a tratar de ocultar en la Semana Santa el pleno solicitado por PSOE y OSP sobre sus escándalos. Y también lo era que, como en anteriores sesiones similares, no iba a aclarar nada ni a dar ninguna explicación. Pero su silencio, que dura ya casi seis mes, volvió a ser una respuesta y, desde luego, no la que necesitaba la ciudadanía.
Ángeles Muñoz tenía hasta el 18 de abril para convocar el pleno extraordinario que había solicitado la oposición. Podía, por tanto, haberlo hecho tras la Semana Santa.
Pero no, como era de esperar, intentó que pasara
lo más inadvertido posible y lo fijó para el Miércoles Santo, la víspera de las jornadas festivas, como mucha gente de vacaciones y poco atenta a la actualidad política.
Ese movimiento fue ya una
primera declaración de intenciones. Estaba claro que, sin ganas de explicar nada, su objetivo era salvar el asunto con el menor daño posible.
Y así lo hizo. La sesión plenaria sirvió para que PSOE y OSP pudieran hablar
sin que les cortara el micrófono, ante una alcaldesa sonriente que apostó por quedarse callada. Solo habló para moderar el debate.
Los asuntos que se pusieron sobre la mesa
eran muy graves y la señalaban directamente. Pero, volvieron a quedarse sin respuesta.
Resulta obvio que poco puede explicar sobre los contratos municipales que
firmó con la empresa Codecosol, señalada por la Audiencia Nacional como un instrumento para el blanqueo por parte de la familia de Ángeles Muñoz.
Al frente de ella, según el juez, está el considerado testaferro de su hijastro, el
presunto narcotraficante Joakim Broberg. ¿Cómo va a justificar que le dio más de 600.000 euros de dinero público? Mejor callar.
Tampoco aclaró nada sobre
su patrimonio y, muy especialmente, sobre la
sociedad sueca LGSB Holding, que es de su propiedad según se ha conocido por informaciones periodísticas, y con la que tiene una vivienda en Nueva Andalucía.
A día de hoy, no aparece en
ninguna de sus declaraciones de bienes, ni ante el Ayuntamiento, ni ante el Senado, lo cual es muy sospechoso.
Pero, quizá, le estemos pidiendo mucho a la regidora porque, siendo realistas, ¿qué explicaciones va a dar?, si está todo
bastante claro.
¿Cómo va a justificar un patrimonio de
más de 15 millones de euros en valor de mercado mientras su familia está acusada de blanqueo de dinero de la droga? También es mejor callar, evidentemente.
Tampoco aclaró nada, ¿cómo iba a hacerlo?, sobre
las obras ilegales que realizó en la citada casa, algo que resulta escandaloso para la persona que luego impone multas a quien hace lo mismo.
Y sin explicaciones quedó también el asunto de las presuntas
facturas falsas, por servicios no prestados, con las que habría pagado a un medio de comunicación para que hiciera una campaña de desprestigio contra el socialista José Bernal. Es perfectamente creíble que así ocurriera.
Muñoz ha tenido muchas ocasiones ante los medios de comunicación para
explicar a la ciudadanía toda una serie de escándalos -estos son solo algunos- que avergüenzan a la ciudadanía.
Las preguntas las ha despachado siempre con un "muchas gracias" o un "ya está bien". El pasado miércoles tuvo
una nueva ocasión ante el Pleno, que representa a todos los vecinos del municipio.
Sospechas de corrupción que manchan, una vez más, su gestión y, lo que es peor, el nombre de Marbella.
En 2015 ya lo pagó en las urnas con
la pérdida de la Alcaldía y estoy convencido de que así ocurrirá el próximo 28 de mayo de 2023, aunque ella hará todo lo posible, y la palabra todo, lo incluye todo, por aferrase al sillón.
Ángeles Muñoz está
acabada políticamente, solo le queda intentar sobrevivir y retrasar un desenlace que va a llegar más pronto que tarde. Incluso aunque sea capaz de seguir gobernando.
Sobre sus escándalos, la ciudadanía, sin recibir explicaciones, deberá valorar el silencio y que, como dice el refrán, quien calla, otorga.