Pues toca otra vez escribir sobre los célebres espigones (estabilización de las playas de Marbella y San Pedro Alcántara), que a ver si lo hacen de una vez y, sobre todo, son la solución porque es difícil poner puertas al mar y más aún con los efectos del cambio climático. Pero, mientras tanto, son la nueva trinchera política de la alcaldesa, Ángeles Muñoz, con las elecciones locales a la vista.
El nuevo curso político en Marbella, que nos llevará hasta la cita con las urnas el 28 de mayo, ha comenzado bastante tranquilo, solo alterado por la insistencia de la regidora en su campaña sobre los espigones.
Los ha tomado como estandarte en el momento en que, precisamente, están más cerca de ser una realidad, apurando la fase medioambiental y al borde de la licitación de las obras.
Pero, mientras eso ocurre, vuelve a convertirse en la Juana de Arco, en la defensora de Marbella pese a que en su día quiso regalarle 170.000 metros cuadrados de terreno a Benahavís.
Y hay quien la sigue, claro, pero por la búsqueda de sus habichuelas particulares, no por las de todo el municipio como dicen.
Muchos de los que ahora reclaman tanto los espigones son los mismos que en su día daban palmas mientras Jesús Gil arrasaba las playas, construía un paseo marítimo ilegal y lo llena de edificios.
Y también son los mismos que, durante los siete años de Gobierno de Rajoy, en los que solo hubo mentiras y más mentiras sobre este asunto, callaron y nunca se les escuchó pedir nada.
No sé si el Gobierno de Pedro Sánchez va a estabilizar las playas, que espero que sí, aunque está por ver obviamente, pero lo que si es incuestionable es que el PP no lo hizo, y tuvo tiempo para ello.
Aunque luego también están los que te dicen que fue el PSOE el que quitó en su día los espigones de Marbella y que a quién se le puedo ocurrir algo similar.
Más que explicado creo que está que se tomó aquella decisión para disponer de playas más abiertas y con mejor calidad de agua. Solo hay que ir cualquier día al espigón que separa las playas de El Faro y la Fontanilla para ver la acumulación de algas y suciedad.
Es cierto, para solucionar ese problema, se generó otro, ya que con los temporales la costa queda desprotegida y sin arena.
Pero no habrá vuelta a atrás, porque, quizá esto haya mucha gente que no lo sepa, el proyecto que ha elaborado el actual Gobierno, establece dos diques exentos, o lo que es lo mismo paralelos a la costa.
No habrá, por tanto, espigones perpendiculares ni volverán las pequeñas calas que tuvo en su día esta zona. Ni mucho menos serán transitables.
Partiendo de la base de que es necesario intentar algo para estabilizar las playas, no debería ser este un tema que protagonizara la gresca política, más bien de consenso, una palabra que no conoce Ángeles Muñoz.
Su política es de trincheras, no de gestión, al contrario de lo que, por ejemplo, hace José María García Urbano en Estepona y solo hay que comparar ambos municipios para ver que Estepona nos lleva mucha distancia.
Aquí, en 14 años ya de Ángeles Muñoz, solo hemos vivido peleas y enfrentamientos e, incluso, algo tan indecente como fue que la propia alcaldesa parase en su día las obras de ampliación del Hospital Costa del Sol.
Es evidente que piensa que estar siempre en confrontación con otras administraciones cuando no las gobierna el PP le da rédito electoral, y quizá así sea, porque ahí sigue con su raspada mayoría absoluta.
Pero lo que está claro es que esta forma de hacer política no beneficia para nada a Marbella, donde ha habido que esperar 15 años para se hiciera la biblioteca que Muñoz empezó a prometer en 2007.
Seguimos, tras ese mismo tiempo, sin pista de atletismo reglamentaria, sin una piscina homologada y con nuestros equipos de waterpolo jugando en Fuengirola.
Ahora, para colmo, tampoco hay estadio de fútbol. Ya ni hablamos de la célebre residencia para mayores que iba a estar funcionando en 2011, pero que no pasó de la primera piedra.
O tantos y tantos proyectos que solo se quedaron en un titular en los medios de comunicación.
Pero, quién se va a acordar ahora de todo esto, porque siempre nos quedarán los espigones.