Tras una larga y convulsa campaña electoral, marcada por los escándalos, que poca influencia tuvieron en el resultado de las elecciones municipales, llegó la tranquilidad a la política de Marbella. Pero, superado el verano, con el comienzo del nuevo curso político, todo vuelve a agitarse. Llegan subidas de impuestos para 2024 después de las espectaculares subidas de sueldo de los miembros del equipo de gobierno del PP. Y, claro, mucha gente se indigna.
Vaya por delante que siempre he pensado que es necesario pagar impuestos para poder tener unos servicios públicos fuertes como la educación y la sanidad o los que nos prestan los ayuntamientos.
Por ello, siempre he rechazado el argumento liberal de que donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos o la postura de reducir la fiscalidad a los ricos.
Pero en la subida de impuestos que se aprobó este pasado viernes en el pleno del Ayuntamiento de Marbella hay muchos aspectos que rechinan.
Subir los tributos poco después de las elecciones municipales resulta tramposo y, hacerlo tras una espectacular subida de los sueldos de los concejales y de que la alcaldesa haya decidido cobrar 93.000 euros al año, es claramente obsceno.
Además, cuando es una medida que se toma para tapar una mala gestión que se ha llevado a cabo, resulta todavía más difícil de digerir.
Entre todos los vecinos y vecinas de Marbella vamos a pagar de nuestros bolsillos, vía incremento del Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), los desmanes de la gestión económica de la alcaldesa, Ángeles Muñoz.
A ella ahora mismo le da todo igual por distintos motivos. Por un lado, va sobrada tras repetir, cuatro años después, una mayoría absoluta raspada, pero suficiente, que le permite tomar decisiones a su antojo.
Por otro, después de 14 años que lleva en la Alcaldía, aún no sabemos dónde paga ella el IBI. ¿Lo hace en la mansión de Benahavís? ¿O la ha vendido a un millonario árabe?
¿Paga este impuesto en el casoplón de Nueva Andalucía, que aún no ha reconocido siguiera que es suyo, y donde hizo obras ilegales?
¿O lo abona en la oficina del centro comercial Plaza, que utilizó como sede fiscal en algunas ocasiones?
Por todo ello, estos días, en el comienzo del curso político hay mucha gente indignada en Marbella, que lo estará más cuando el próximo año le llegue el recibo del IBI.
Es la primera subida del tipo impositivo en muchos años, que se ha intentado camuflar en los medios, pero que se destapará cuando le llegue la sorpresa a los vecinos.
Va ser difícil explicarles por qué ellos tienen que pagar más, mientras los concejales del PP cobrarán 20.000 euros más al año y la alcaldesa se ha puesto el sueldo más alto que le permite la ley.
Será complicado decirles por qué les van a pegar el sablazo, mientras el PP se sube las retribuciones en Mancomunidad y en Acosol, con sobresueldos incluidos.
Habrá mucha gente, quizá, que piense si no se podrían haber contenido las nóminas de los cargos del PP y así ahorrar para no tener que subir los impuestos.
Aunque a estas alturas, en Marbella, hay espaldas para aguantar todo.
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