A punto de acabar un año parece obligado repasar las notas de mi particular agenda, que es otra forma de reconocer una frágil memoria, para hacer un resumen de lo acontecido. Y como no solo de buenos recuerdos uno se siente vivo tendré que echar mano de otros terribles acaecidos para dar gracias por estarlo. Vivo, me refiero.
Viajé a China en su momento. Por suerte no en estos dos últimos años. Dicen de los chinos que una de sus virtudes es su paciencia. Xi Jinping la ha puesto a prueba al mantener confinados a sus compatriotas en su intento de política Covid-cero. Dicen que el cero, como el infinito, son difíciles de conseguir y así ha sido. China abre sus fronteras sin cuarentena y los casos se multiplican. Hay que seguir viviendo, también con los virus.
Los ultraderechistas, fieles a que el orbe gira a su alrededor, solo reconocen aquello que les es favorable. Jair Bolsonaro, al más puro estilo Trump, es incapaz de admitir el resultado de unas elecciones que si él las hubiese ganado serían un modelo de democracia pero que, al haberlas perdido en favor de Lula da Silva, son motivo para llamar a la rebelión. Repito, los clásicos procederes de ultraderecha e incluso de algunas derechas, no tan lejanas.
Murió la reina Isabel II, y todo el Reino Unido, toda la Commonwealth, Europa y parte del mundo se paralizó por una semana o más con aparato, fasto y ornato. La Argentina de Lionel Messi ganó su tercera Copa del Mundo en Qatar y con menos aparato, fasto y ornato que la anterior se armó “la mundial” no solo en Argentina como era de esperar. También en el resto del planeta ¿Qué mirás, bobo. Qué mirás?.
Irán se revoluciona, con revueltas civiles. Revueltas propiciadas por mujeres. Mujeres odiadas, no reconocidas en derechos fundamentales por sus dirigentes. Uno de ellos tan básico como el vestir. Irán asesina, lapida, crucifica a sus ciudadanos. Da lo mismo que sean mujeres, niños o deportistas. Todo aquel que no esté con su fundamentalismo es carne propicia para asesinar. Lamentable ejemplo el de la FIFA, el de reconocidos compañeros futbolistas u otros deportistas mirando hacia otro lado por lo que está ocurriendo. Aquí si que viene mejor la frase ¿Qué mirás, bobo? ¿Qué mirás?
Los desastres ligados al cambio climático, históricas inundaciones, grandes olas de sequía y calor, incendios en Europa, en Estados Unidos, son los fenómenos climáticos extremos que todavía muchos siguen negando. Durante una época organizaciones y partidos denominados “verdes” surgieron de como semillas esperanzadoras de regeneración de conciencias.
En Alemania y el Norte de Europa tuvieron su cuota de poder. Organizaciones, en general, de signo liberal o más bien vinculadas con ideas de izquierda. La batalla se ha perdido. La batalla en la lucha contra el cambio climático la han ganado los intereses económicos; el poder mediático; el “business”, el “money”, el dinero. O lo que es lo mismo. La ha ganado la derecha. La prueba: el fracaso de la última conferencia COP-27.
Crisis energética, inflación, subida escalofriante del precio del gas, de la electricidad, del Euribor, de los alimentos. El planeta se tambalea por las consecuencias de lo anterior. Los dirigentes mundiales no saben como actuar para evitarlo ni coordinada ni particularmente. Los que al inicio parecían resistir bien, o mejor, ahora son los peores en los indicadores. Los que eran los más desfavorecidos, vilipendiados por muchos, ahora tienen mejores perspectivas y mejores números. Admitir el error en el juicio no es nada sano para la salud política. Y todo esto porque Vladimir Putin, presidente de Rusia, invade Ucrania. A los ojos de todo el mundo el enfermo Putin repite también la frase: ¿Qué mirás, bobo. Qué mirás?.
Para acabar, para acabar este artículo y este año 2022, podría mencionar algo referido a nuestro país: España. Podría, pero no lo haré. Quisiera dejarles un poso tranquilo y relajado; nada hostil. Sin ninguna dirección de mirada: de un lado u otro. Ustedes, queridos lectores, merecen mi respeto. Ustedes no son bobos y pueden mirá a quien quieran y donde quieran. Desde esta brújula sin norte, les deseo despidan el año siendo felices.