El Banco Mundial; António Guterres como secretario general de la ONU; la no presencia de Joe Biden ni de Xi Jinping, presidentes respectivos de EEUU y China; la ausencia del Papa Francisco, por claros y reales motivos de salud; la presidencia de esta “Conferencia de las Partes” en el nombre del Sultán Ahmed al Jaber, que además de ministro de Energía, Industria y de Tecnologías Avanzadas de los Emiratos Árabes Unidos es a su vez consejero delegado de la octava compañía petrolera del mundo, son ya alicientes más que suficientes para dar por seguro el éxito de la misma. En Dubai, y hasta -casi seguro- más allá de mediados de diciembre.
Las primeras -y me atrevo ya a adelantar- falsas expectativas se han producido sin casi hacer sonar la campana del inicio de sesiones. Las dos naciones más contaminantes del planeta, China y EEUU, anuncian que pondrán unos milloncejos de dólares para … lo que sea. El Banco Mundial -acuerdan todos como hecho histórico- se encargará de gestionar un fondo para “compensar a las naciones más vulnerables”. Como siempre, comenzamos con intentar comprar al pobre para que no proteste mucho; para que no llore ni implore mucha solidaridad. Alguna sí, pero no excesiva.
Cuando los científicos vienen reclamando desde decenios que se reduzca -por no decir se elimine- el uso de los combustibles fósiles (el petróleo, el carbón y el gas) como responsables directos y principales del aumento de temperatura del planeta y del más que evidente cambio climático, más de 70.000 asistentes -la más concurrida de la historia, dicen- se reúnen (aprovechando el buen clima) nada menos que en un “petroestado”: Dubai.
Parece estar muy claro que la generación de energías alternativas -en concreto las renovables- son las deseadas para dejar de emitir gases de efecto invernadero. También es muy claro que el incumplimiento -por quienes así se lo autoimpusieron- de los acuerdos de París en 2015 no lleva a ninguna consecuencia. Y, no claro sino cristalino es, como señala hoy mismo Manuel Planelles en El País que, “en esta carrera contra el tiempo es mil veces más fácil ponerse de acuerdo en lo que hay que hacer que en lo que se debe de dejar de hacer”.
Una de las empresas españolas de bandera, Iberdrola y su grupo, que en su propia página web se autotitula como “referentes mundiales en la lucha contra el cambio climático…”, dice que apoyará en Dubai el objetivo de triplicar la capacidad renovable de aquí a 2030. Fomentarán las oportunidades del empleo verde; el desarrollo de las capacidades de los más jóvenes y la promoción de las infraestructuras energéticas necesarias para cumplir con los objetivos de la COP28. ¿Les suena esto como algo nuevo o haberlo escuchado ya antes?
Desgraciadamente los mínimos y reales avances que se puedan dar seguirán siendo insuficientes para ayudar al planeta; para ayudarnos entre nosotros. Seguirá imperando el negocio; los intereses económicos y particulares de estados, fondos de inversión y en consecuencia de empresas muy concretas sin que el resultado y beneficio sea muy poco global.
Llegaremos a mediados de diciembre con algún importante anuncio de acuerdo de algo; da lo mismo lo que sea. Se habrán encendido en muchas ciudades las luces de navidad (si lo hacen en Dubai será solo por aparentar, por presumir, por ostentar riqueza y poder). Muy pocas de esas luces funcionarán gracias a una energía renovable. Y cantaremos villancicos … y beberemos, agua desalada de Dubai.