El calendario está lleno, ocupando los casi 365, de “Días Internacionales o conmemorativos”. Hoy, 25 de noviembre, o cuando usted lector lea estas líneas, quisiera que recordase que es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La verdad. Me da igual que haya un día elegido, cuando deben de ser todos.
Sin embargo, fue la Asamblea General de la ONU, en 1993, quien emitió una Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. Los hechos al día de hoy, junto a la negación y confusión de los mismos por parte de partidos y gobiernos de ultraderecha, hacen seguir insistiendo en condenar “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada.” Ese es parte del texto de la declaración.
Las Declaraciones en sí, los días conmemorativos (aprobado también por la Asamblea de la ONU el 17 de diciembre de 1999), los carteles de anuncios y convocatorias, este mismo texto, no suponen nada si no se da un paso más para convertirlos en realidad. Y para ello, más allá de una debida concientización, se hace necesario profundizar en la educación. Desde pequeños, sí. En casa, en la escuela y en superiores escalones educativos. Impregnar la sociedad con valores tan esenciales como un no a la práctica de la violencia no es estigmatizar, ni siquiera ideologizar. Entra dentro del concepto de humanismo; en esa actitud basada en una concepción integradora de los valores humanos.
Sin embargo, resulta muy curioso observar que aquellos que niegan la llamada “violencia de género o machista”, para querer convertirla en “violencia intrafamiliar” no se hayan leído bien la Declaración emanada de la ONU. Defender que la violencia contra la mujer -niña, joven o adulta- se da solo en el ámbito familiar es defender y acotar la realidad. No hay que tener muchas luces para saber que se da dentro y fuera de la familia.
La realidad de la extrema ideología de la derecha (la misma que achacan de forma constante a aquellos que no coinciden con sus ideas), tiene como muestra un botón. Tan solo hace falta una simple mirada hacia Israel y el territorio palestino. ¿Allí se mata y asesina a niñas y mujeres desde dentro de las propias familias? ¡Hipócritas!
Con el consentimiento y acuerdo del PP, dentro de sus pactos de gobierno en aquellas instituciones donde han logrado meter cabeza, se están eliminando las concejalías de Igualdad para ser sustituidas por las de Familia. También en Andalucía, aunque aquí se le llama de Integración Social, Juventud e Igualdad de Oportunidades.
Como no tienen potestad para derogar o modificar nuestro Código Penal, ese que castiga la violencia dentro o fuera de la familia, la de un extraño por razón de género, incluso la institucional, lo que hacen es cercenar derechos, ayudas a las mujeres y asociaciones, en definitiva, poner palos a la rueda que permita a la mujer luchar y defender no ya solo sus derechos sino a sí misma.
Un ejemplo de ello lo hemos tenido este pasado viernes en el Ayuntamiento de Marbella. Se ha roto un consenso -por vez primera en muchos años- en la declaración institucional de nuestro Ayuntamiento apoyada por todos los grupos del consistorio (PP, PSOE y OSP) en la condena de la Violencia contra la Mujer. Consenso no unánime dado que no ha sido apoyado por los dos únicos ediles de VOX, de los que una de ellos es mujer.
La ultraderecha continúa con el frentismo y el “negacionismo”. Quiere crear confusión entre dos conceptos: “sexo” y “género”, siguiendo los dictados de su jefe nacional. Realmente, poco les importa la situación de las marbellíes, la de las mujeres. Ellos continúan con el mismo “cinismo franquista” que se producía y encarnaba en el madrileño Bar Chicote. Pero esa es otra historia que cualquier día de estos abordaremos.