Siempre me ha creado mucha duda, incluso cuando escribo los artículos de mi blog de viajes, la utilización de la palabra mejor. De hecho, y permítanme que acuda a la RAE, en dos de sus definiciones se indica: “Superior a otra cosa … Preferible o más conveniente”. Y, completando esta última definición, pone como ejemplo esta frase: “Es mejor que evites discusiones”. Se lo advierto. Mi intención no es discutir. Allá ustedes como ejercen su derecho.
El caso es que los gestores y responsables en el área de turismo del Ayuntamiento de Marbella, la ciudad donde resido, de mi ciudad, decidieron inscribirla en una web turística de carácter privado, “European Best Destinations”, pago previo de 30.000 euros para optar entre otros 20 destinos europeos -le llaman ellos finalistas, pero que me imagino son los que también han aceptado el mismo pago- a ser reconocido como el mejor, o el favorito, para este 2022.
La elección del destino ganador terminó ayer. Se efectuaba una votación abierta a través de internet acorde a la libre elección de cada uno. Señalar que cada mochuelo ha debido de tirar para su olivo, tal y como se dice en jerga popular. Es decir, la publicitación que algunos han realizado en redes sobre el voto para Marbella no mencionaba en ningún caso al resto de participantes. Supongo que ellos habrán hecho lo mismo.
Destinos como Creta y Atenas, en Grecia; Estambul (Turquía), Londres (Reino Unido), Lucerna (Suiza), Plovdiv (Bulgaria), Oradea (Rumania), Praga (R. Checa), Nijmegen (Países Bajos), Viena y Graz, en Austria, la Costa Amalfitana y Roma, en Italia, Amiens (Francia), Baviera (Alemania), Lahti (Finlandia), Leuven (Bélgica), Clonakilty (Irlanda) y Ljubljana, en Eslovenia, han competido con Marbella (España) para este galardón.
Reconozco conocer un buen número de estos destinos. Se me escapan cuatro de ellos. Seguro que a muchos de ustedes esto no les ocurre. No se descuiden. Intentaré estar a la par. Si entre todos ellos tengo que decidirme por el adjetivo comparativo de bueno, es decir mejor, ya me han puesto en un problema. De conciencia, que la tengo, y de seriedad para votar.
Para tener opinión veraz sobre si algo es mejor, superior, preferible o más conveniente que otra cosa, es condición indispensable conocer todas las opciones. Me resulta obvio. Más si con tu voto -el tuyo, no el de otros- colaboras para determinado premio o galardón. Votar a tu ciudad, a lo tuyo, simplemente porque sí, porque lo tuyo es lo más grande está fuera de cualquier raciocinio lógico. Y lo anterior no es para nada opuesto a que defiendas, enfatices, y pongas en valor lo bueno que existe en tu ciudad.
Me parece bien, y además adecuado, que haya un presupuesto municipal para la promoción turística de la ciudad. Cada uno debe de vender lo suyo, sin entrar en comparaciones. Comparaciones desconocidas. Utilizar a la ciudadanía -residente o no- en este tipo de campañas es, además de tarea fácil, un frío ejercicio para eludir responsabilidades. Y la responsabilidad se ejerce no buscando votos en internet.
El resultado público de la votación ha colocado a Marbella en segundo lugar, y a Amiens (Francia), con su maravillosa catedral gótica, Patrimonio de la Humanidad, en tercera posición. El destino ganador de este “concurso” ha sido la preciosa y pequeña capital de Eslovenia, Ljubljana. Mi enhorabuena para todos los destinos.
Para los que no lo sepan, o incluso no lo recuerden, decirles que en Marbella ya tuvimos un galardón al ser designada la ciudad en 2009, como Ciudad Europea del Deporte. Que está muy bien para los deportes privados, los de pago y cuota obligatoria de socio. De aquellos polvos, estos lodos. Lodos o de hormigón. Hormigón como el que a la vista está en la playa del Faro. Cubriendo la rotura de una tubería de saneamiento en plena orilla. A escasos treinta centímetros de un manantial de agua dulce. Ya se lo advertí al principio. Mi intención no es discutir. Allá cada uno como ejercita sus derechos.