Nos encontramos en los prolegómenos del carnaval. En Cádiz lo saben muy bien. En esta edición, como en todas las anteriores, desde las tablas del Gran Teatro Falla ya se escuchan letras que pueden crear cierto malestar, polémica y hasta posteriores reacciones irascibles entre alguna gente supuestamente culta, como otra inculta, por sentirse ofendida. Los políticos también se encuadran aquí, eso sí, eligen ustedes en que sector.
Este año, parece ser, el certamen ha empezado mejor. Me refiero a la crítica; al reconocimiento del mensaje que incluía una de las letras, interpretada por la comparsa infantil “Las hijas de Neptuno”, reivindicando nuestra evidente pluralidad cultural, así como las diversas lenguas del Estado. Es por eso que, unas frases de su repertorio están cantadas en euskera, gallego y catalán.
Los comentarios positivos, incluidas las alabanzas, por mor de las redes sociales se han extendido como en una gran tela de araña. Esta vez el mensaje ha calado no tan solo en plan local, provincial o autonómico (refiriéndome a Andalucía). Lo sorprendente es que, desde Cataluña, País Vasco y Galicia enseguida se apuntan al carro reivindicando, al igual que las niñas -y algún que otro niño-, la defensa de la libertad del lenguaje.
La letra del pasodoble cantado, cuya autoría es de Jesús Bienvenido y David Romero, y que les invito a que visionen, comienza con un "Vivo en un planeta que habla la lengua de nuestras abuelas; lenguas ancestrales, lenguas diferentes, con su identidad, que son un tesoro súper importante, me han dicho en la escuela, y que nadie tiene derecho a imponer tu manera de hablar borrando el mensaje de la libertad".
Sin que pueda parecer malamente esa euforia exterior conviene también recordar -por ejemplo- a Manu Sánchez, entre otras muchas actividades humorista andaluz. Allá por el 2020, salió a la palestra con unas declaraciones en defensa del andaluz, de su acento, de la forma de expresarse, en definitiva, de la multiculturalidad y de la cultura andaluza pues eso es la lengua de un pueblo. Y lo hizo, sobre todo, ante el ataque de imberbes norteños que parecían encontrar -más allá del chiste fácil- determinada supremacía de su identidad.
Me acuerdo también, por ser más reciente, la virulencia de ciertos discursos políticos y de políticos, con ocasión de aprobarse en el Congreso de los Diputados el uso de las lenguas cooficiales aunado con traductores simultáneos. De su negacionismo. De su voto en contra. Una forma muy diferente de entender España a como la entienden un grupo de chavales y chavalas que, además de arte, proclaman el respeto y el cariño por las lenguas y los habitantes de todo el Estado.
Siempre me ha parecido que es más importante saber escuchar a como te hablen. No he encontrado mejor forma para terminar este artículo que la última estrofa del pasodoble interpretado por "Las hijas de Neptuno”. Y dice así: “… lenguas de muchas generaciones, en mi planeta la gente se entiende, si sabes escuchar a los corazones”.