Fariseísmo político

Leo el titular de un importante medio de comunicación nacional: El Mundo. “La renuncia de un magistrado del TC deja al PP con un voto menos en plena renovación”. Y lógicamente me asusto, ya antes de seguir leyendo el contenido del artículo que firma Pablo Gabilondo. Ya sé que los titulares deben de impactar para captar mayor atención. Lo sé. Pero yo, que quieren que les diga -soy miedoso- me he asustado 

El pie de la foto con la que se ilustra el artículo dice: “El sustituto de Alfredo Montoya (que es quien aparece en la foto), de corte conservador, necesitará una mayoría de tres quintos en el Senado, lo que empuja al PP a llegar a un acuerdo con el PSOE”. Como creo ser persona bien avenida me entra cierta esperanza. “Llegar a un acuerdo…”, eso me parece bien. Siempre he defendido los acuerdos. “… lo que empuja al PP …”, ya sabía yo que no debía de aventurar tanto optimismo. Si el PP tiene que ser empujado (que no sé bien por quien) para llegar a acuerdos, a lo mejor el mal no está en el PP sino en quien empuja, que no lo hace suficientemente.

Y todo esto, de nuevo, por motivos de salud. Anteriormente yo respeté para otras renuncias o dimisiones esa razón y ahora, por supuesto, haré lo mismo. Tomen nota algunos. El magistrado, propuesto en 2017 por el PP, ha presentado en el día de ayer su dimisión del TC. El articulista menciona que “… a falta de poco más de un mes para la previsible renovación de cuatro magistrados y el correspondiente cambio de fuerzas a favor del bloque progresista, su paso atrás ya es oficial y deja a los conservadores con un voto menos”.

El PP, que por si acaso no lo saben es el Partido Popular, lleva impidiendo la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) durante tres años y medio. Es decir, ya que es su obligación, es un colaborador necesario para el incumplimiento de la Constitución durante todo este tiempo. Por si acaso no lo saben también.

Cuatro magistrados del Tribunal Constitucional, cuatro, deberían haber sido sustituidos el pasado junio. Dos de ellos deben ser nombrados por el Gobierno; los otros dos por el CGPJ. Pero nuestra normativa legal dice que el Gobierno no puede llevar a cabo esa renovación sin que el órgano de gobierno de los jueces designe a los suyos. Van cogiendo la jugada de estos últimos cuatro años.

Se han tenido que modificar leyes para impedir que un CGPJ, en funciones y caduco desde hace mucho tiempo, siguiese con auténtico descaro realizando nombramientos a “su horma y la del PP”. Se les ha dado un plazo hasta el mes de setiembre, y el órgano de gobierno de los jueces se cabrea. Dice que se injiere en sus funciones. No dice que sus funciones están caducas, no. Y el PP, callado. Mareando la perdiz.

González Pons, el actual interlocutor del PP de Feijoó con el Gobierno, con mano derecha en Europa -no podía ser otra, claro- va dando más largas a solucionar este tinglado. Y eso que Feijoó se encontró favorable cuando tomó las riendas de su partido. Pero los caballos se le desbocan. Y, por lo que se ve, ha tirado de las bridas para que todo siga en calma. Negociaciones rotas. Si es que las hubo. Yo lo dudo.

Pero, volviendo al principio, permítanme explicar por qué me encuentro asustado. Ya sé que soy un ingenuo. Lo sé. Pero, ¿no creen ustedes que los miembros del TC, del CGPJ, los señores y señoras jueces -y juezas- no deberían dejar que medios tan influyentes como El Mundo -y su articulista- les manipulasen de tal forma para asimilar su nombramiento (o su renuncia) con un voto seguro hacia un determinado partido? ¿Cómo es posible que un partido de gobierno como el PP, el principal de la oposición, mantenga y saque pecho de este bloqueo y no tenga capacidad de llegar a acuerdos? ¿No creen ustedes que los palos en las ruedas los colocan siempre los mismos? ¿Hasta cuando este fariseísmo político?

Por cierto, que no se me olvide el Supremo. Un 3-2 es tan válido como un 2-3. Si se fijan son 5 votos válidos y legítimos. Y, de momento, el VAR no ha intervenido.