Hay momentos, cuando nada te viene a la cabeza para poder transcribir en una hoja de papel en blanco, en que te sientes frustrado. Lo peor de esa insatisfacción es que puedas transmitirla, en este caso al lector. No quisiera. Aún así, es necesario continuar. Cumplir con tu obligación autoimpuesta. Hay que ser valiente.
No sé que hacer. Si escribir el artículo de todos los jueves. Si ver el partido del Real Madrid contra el Barcelona. Si ver el partido del Barcelona contra el Real Madrid. No me da tiempo a irme a Arabia Saudita. No ahora pero quizá si en marzo.
Tengo otra opción. Es la tercera. Y dicen que a la tercera va la vencida. Todavía, que yo sepa, nadie ha ganado; por tanto, nadie ha perdido. El caso es que la tercera es la mejor. No es otra que hacerme una tortilla de patatas. Para cenar. Si no la termino, de comer me refiero y después de hacerla, me quedará para mañana. Me encanta la tortilla de patatas fría. No de nevera. No. Igual que cuando te preguntan como quieres el agua. Al natural, por supuesto. Es decir, no caliente. Ni fría.
Nada de esto es nuevo. No solo son dudas. Son indecisiones. O sea, falta de decisión. Y en esta vida hay que ser más resolutivo, es verdad. Pero no me digan ustedes, queridos lectores, que en ocasiones no les han entrado las mismas dudas. No saber que hacer. Decidirse. Aunque lo difícil es decidirse por algo. Lo que es lo mismo. Tenerlo claro.
Siempre hay momentos para la crítica. Si te decides, pero te decides mal, vendrá el carajote de turno para decirte que esa decisión no era la buena. No te lo dice antes, no. Te lo dice cuando ya ha pasado. Es como echar la primitiva cuando ya han salido los números. O decir que ha ganado el Real Madrid al Barcelona ya hoy, jueves, que acabó el partido. Por cierto ¿quién ganó? Dejémoslo. Que algunos no les caerá bien.
Hay que saber tomar decisiones. Sin generar duda. Por lo menos en ti. Si quieres ir a Australia sin estar vacunado ¡no te lo pienses! Llama a Djokovic. Entre él y su clan -el familiar y el profesional- te dan consejos para convertirte en mártir. Mártir sin sangre.
Si quieres ir a una fiesta en época de restricción, aunque no tengas cuerpo, solo tienes que dirigirte al 10. Al 10 de Downing Street, claro. No seas indeciso. Los policías que verás en la puerta están para aconsejarte en caso de duda. Aunque, lo mismo, están allí para leerle sus derechos al premier hijo de la Gran Bretaña -hasta hace poco también de los Estados Unidos- en su afán de combatir la pandemia a base de ginebra.
Puedes optar por un buen Rioja. Me refiero al vino. O, si estás indeciso, hazlo con un Ribera, del Duero. Donde debes de mostrar firmeza es en la elección de la carne. El Rioja, también el Ribera, van bien con la carne. Tienen intensidad y cuerpo. Decídete. Puede ser de ave, de cordero, de ternera, de caza o de guarro. No tú. El animal. Y la carne.
Lo único que recaerá sobre tu conciencia es ponerle en un aprieto al camarero ¿sabe usted si esta carne es extensiva o intensiva? ¿de pequeña, mediana o macro granja? No supo responderme. Normal. Me dio el teléfono del ministro. El de Garzón. El de consumo, que no del juez.
¡Camarero! Si, señor. Al final me he decidido. Un ron con zumo de naranja natural, por favor. Y otro para mi mascota, que también es de la familia.