Créanme cuando les digo que no me apetecía mucho escribir este artículo. No es una falta de respeto a ustedes -los lectores- sino, más bien, que insistir en lo que parece más que obvio y que esto pueda volverse en tu contra resulta descorazonador. Pero, es lo que tiene asumir riesgo al dar tu libre opinión.
De un tiempo a estar parte leo y escucho como algunos personajes se escudan; se quieren hacer fuertes; echan balones fuera; para, por medio de la más burda y absurda amenaza, salir airosos de presuntos hechos en lo que ellos mismos -sin que nadie les haya forzado- se ven involucrados. Y lo más irrisorio es que lo hacen aludiendo a la imagen.
Según leo en cierta prensa deportiva, el actual presidente del Barça -que ya lo fue en otra época-, “pasa al ataque y comienza a demandar periodistas por el Caso Negreira”.
Ya se han presentado cinco denuncias por “entender que se está intentando dañar la imagen del club”. Ensuciar, dice él, la historia del Barcelona, también su imagen, debe recibir una respuesta contundente que, obviamente va dirigida contra los profesionales periodistas que sacan a la luz información y documentación sobre el caso.
En el año 2021, por no alargar mucho la hemeroteca, la alcaldesa y senadora de Marbella, Ángeles Muñoz, ante las noticias que diarios nacionales publicaban sobre la investigación a su hijastro de la Audiencia Nacional y de la UDEF (Unidad de Delitos Económicos y Financieros) efectuaba esta declaración: “No todo vale. Ya está bien. No todo vale en política para hacer juego sucio o dañar a Marbella”.
Y esta no era la primera vez. Ya en 2010, en un programa especial sobre Pantoja, la señora Muñoz dijo enviar una carta a Telecinco -a su programa “La Noria”-, por entender ella que se “dañaba la imagen de Marbella”. Recuerdo haber escrito algo al efecto pero ¡que más da!
En ambos casos hacer valer y confundir la imagen de una institución, de un gran club, como es el FC Barcelona; o la de una estupenda y maravillosa ciudad, gran motor de la industria turística de la Costa del Sol, como es Marbella, con la de sus casos personales es de una catadura que hace sonrojar.
Son muchas las oportunidades que han tenido ambos personajes para dar amplias explicaciones sobre todo lo que los escudriñados periodistas vienen publicando. Presuntamente les afecta a ellos, de forma directa, aunque cierto es que también a las instituciones que -en este momento- vienen a representar. En el caso del señor Laporta -apoyado en una investigación o informe interno- ni una sola palabra.
La señora Muñoz, en calidad de senadora popular por Málaga, también ha sido instada a presentar aclaración de su patrimonio, a rendir cuentas ante la alta institución del Senado, después que su hijastro se encuentre procesado por blanqueo de capitales y narcotráfico como lo estaba su marido, recientemente fallecido.
Todas estas informaciones, a criterio de la señora Muñoz, ensuciaban el nombre y la imagen de la ciudad. Y por ello, al igual que el señor Laporta, la señora Muñoz amenazó con emprender acciones legales contra quien ensuciara el nombre de Marbella, además de cortar el micrófono a un concejal socialista cuando en un pleno le pedían aclaraciones al asunto. Por cierto, de las acciones legales emprendidas no tengo noticia.
Lo triste, lo que desconocen estos personajes, es que ambas instituciones: el Barça y Marbella, están muy por encima de ellos. Y es que no son capaces de dar la cara, de explicarse y pedir perdón por dañar … su propia imagen y lo que representan. Tan solo, en enrocarse tal cual jugada defensiva de ajedrez.
Todo lo contrario, en el día de ayer, lo acaba de demostrar María Gámez, ya exdirectora de la Guardia Civil. Una imputación a su marido -que no a ella- le hace dar un paso al frente presentando su dimisión del cargo.
Menos palabras y más hechos. Las diferencias son más que evidentes. Las imágenes, también.