Solo hace falta alejarse unos cuantos días del habitual ritmo de vida para darse cuenta que existen diferentes realidades, distintas preocupaciones y variados puntos de vista, incluso hasta de lo normal y cotidiano. Por supuesto, cuando digo alejarse, también incluyo al móvil o celular, las redes sociales y los medios de comunicación. Y sí, seguro que ya han acertado al adivinar que lo anterior supone ponerse en modo vacaciones.
Lo he puesto en práctica días atrás y por propia voluntad. Me alejé de la información diaria; de la desinformación intencionada; de la publicidad de las marcas y hasta del calendario. El resultado es que he sobrevivido, ¡faltaría más!
Vuelta a esa cotidianeidad tan aburrida me encuentro con que los mismos individuos de siempre continúan con su diáspora particular, que no es otra que la dispersión de la inteligencia, del razonamiento y de la lógica.
Provocar, chillar, insultar, odiar, manipular. El discurso político de muchos de quienes nos representan, en lugar de persuadir y atraer, de informar y movilizar a la ciudadanía con propuestas y acuerdos que busquen unidad y capacidad de colaboración, lo que conducen es a la inestabilidad por medio de la provocación. También, por ende, a la división, a la crispación trasladada a la calle y a los individuos socialmente receptivos a solo determinados mensajes. Dicho de otra manera más áspera: apelar a los más bajos instintos de quienes te van a votar expandiendo el odio hacia el contrario en aras a conseguir un mayor puñado de votos. Lo cual sencillamente me parece ruin.
En la calle, la plaza, el mercado o la taberna existen otros problemas. Los importantes, los de verdad. Porque, problema es que más allá de los derechos legislados en cada Comunidad Autónoma, haya que esperar largo tiempo para acudir a un especialista o para operarse dentro del Sistema Nacional de Salud.
Problema es que, en la calle, jóvenes y no jóvenes, demanden un acceso al alquiler de vivienda -también a la compra- mucho más ágil y más barato. Pero ¿quién tiene la competencia plena en materia de vivienda y de ordenación del territorio? Pues sí, tu Comunidad Autónoma, y en su nivel inferior tu Ayuntamiento.
Problemas son la falta de residencias para mayores en tu localidad; la masificación de tu ambulatorio y la falta de nuevos colegios e institutos públicos. Los problemas también quedan representados en la escasa modernización de las infraestructuras de tu pueblo o ciudad; la movilidad y el transporte urbano; la accesibilidad o -caso de lugar de playa- del procesamiento de aguas residuales, por poner solo unos ejemplos que seguro el lector puede ampliar.
Y es aquí, en lo cercano, donde los ciudadanos debemos buscar y exigir soluciones, sin gritos, pero con voz firme; sin insultos, pero con convicción; sin odio en ningún caso, pero si con afecto; sin manipulación, pero con persuasión. No desde la disensión, la riña o el altercado y sí desde el consenso. Existen esas otras políticas. Es cuestión de tener voluntad y determinación para ejecutarlas. Y quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra.