Me parece a mí que más de uno -en las lectoras si que tengo confianza- no llegará a leer ni siquiera este primer párrafo. El título se las trae, es verdad. Por otro lado, y según también leí en otra revista que decía ser científica, a los españoles no nos debe preocupar en demasía. Al tamaño me refiero, por supuesto. Y que nadie, o todo el mundo, se dé por aludido.
Popular y en boca de muchos estuvo el primo de Rajoy, allá por el 2007, cuando fue mencionado por el siempre registrador de la propiedad, y por entonces presidente del PP, al negar la importancia del cambio climático. “No podemos convertir el cambio climático en el gran problema mundial”, decía el que sería Presidente del Gobierno. Ocho años después, ya en ese cargo y en la cumbre COP21 de París, anunció una Ley del Cambio Climático si ganaba las elecciones. Su primo dejaba de tener importancia -que por otro lado se le dio mas de la que de verdad tenía- para manifestar que “el cambio climático es el mayor reto medioambiental al que nos enfrentamos”.
Ahora vuelve de nuevo la preocupación a nuestras mentes ¡que digo preocupación, más bien pánico! Me llega la noticia que la doctora Shanna Swan, profesora de salud pública y ambiental en la renombrada escuela de medicina de Monte Sinaí, en Nueva York, afirma en uno de sus libros que el encogimiento de los penes humanos es consecuencia de la contaminación. Que conste que antes de esto ya varios estudios nos ponían en alerta al indicar que la contaminación reducía la fertilidad tantos en hombres como en mujeres. Esta vez, que yo conozca, el primo de Rajoy no se ha pronunciado.
En 2015 se publicaba en el BJUI, “British Journal of Urology International”, la revista de la Asociación Británica de Urología, otro estudio llevado a cabo por el célebre King´s College y el NHS, el Sistema Nacional de Salud, también británicos. Decían ambas instituciones que habían analizado los penes de más de 15000 hombres en todo el mundo. Ni me pregunten cómo. Para ir directamente a lo que interesa. Determinaban que de media (insisto de media) un pene erecto mide 13,12 centímetros. Como ven no he querido despreciar los decimales que aquí todo cuenta. En estado flácido (también de media, no se me vengan arriba … o abajo) la medida es de 9,16 centímetros. Lo curioso es que, en su circunferencia, es decir de grosor, nos vamos hasta los 9,31 centímetros.
Aguanten un poco, por favor. No se me vayan a buscar el metro, que ya les estoy viendo. Bueno, si ya han ido a por él -me refiero al metro- habrán podido comprobar que no tienen razón suficiente para sentirse con un trastorno dismórfico corporal. Que, qué significa esto. Pues que su miembro, aunque justo, justo, sigue estando en la media. ¡Vaya, que no se obsesionen! O no. Esto último también lo decía mucho Rajoy, no su primo. Quizá si. Quizá deban obsesionarse. Lo dejo a su elección.
El hecho es que los estudios de la profesora Swan indican también que “es muy posible que para el 2045 la mayor parte de las parejas tengan que utilizar la reproducción asistida, consecuencia de la drástica reducción, incluso hasta cero, de los espermatozoides por causa de los altos niveles de contaminación”. Así que, no nos llevemos a engaño. Negar que la mano del hombre no está detrás del cambio climático; obcecarnos con dar prioridad a lo material, al desarrollo descontrolado, al beneficio empresarial, nos está llevando no solo a la destrucción de nuestro planeta sino también a nuestra propia desaparición.
El tamaño puede o no puede importar. Ahora no me refiero al del pene. Ese, con estudio o sin él, encoge siempre. Nos debería preocupar más que se encoja nuestra inteligencia; nuestra actitud para no continuar dañándonos. El día que nos falten de verdad nuestros cultivos, el agua, los animales y los árboles, el aire que respiramos; ese día poco nos importará si tienes el pene encogido. ¿O no?, que diría …