Cada vez que escucho o leo un titular en el que el individuo que sea, político por regla general, menciona lo de “rendir al ciento uno por ciento, o más” me da la risa. Lo mismo ocurre cuando sus oponentes, adversarios, compañeros de espectro político diferente -siempre en su oposición- hacen la misma crítica del rival. Como ven he querido adrede evitar la palabra enemigo, y no sé yo si de manera afortunada
Pues eso, que rendir al ciento uno por ciento se ha convertido ahora en moda, siempre pasajera por supuesto, y en esta ocasión consecuencia de la celebración de una campaña electoral: la catalana. ¡He mencionado celebración! No, por favor, que se trata de trabajo. En tal caso celebremos las elecciones.
El hecho es que el candidato por el PSC a las convocadas elecciones catalanas -que si, que no, que convoco y no celebro, y que caiga un chaparrón- ha manifestado su disposición a volcarse en la campaña al ciento uno por ciento, es decir, por poco pero más del cien por cien.
Illa, Salvador, hasta hace dos días ostentaba el cargo de Ministro de Sanidad del Gobierno de la Nación. Las críticas de sus contrincantes políticos en Cataluña no se han hecho esperar. Bueno, en Cataluña y en más lugares. Esto no es moda, es habitual. Hay que estar en contra siempre del que ostenta el poder. Aunque tú hagas lo mismo, pero en contra; siempre en contra, ya te llames Casado, Pere, Inés o Perico de los palotes y que estés en la oposición.
El razonamiento para este ataque no es otro que una simple discusión matemática. Si cien por cien es el máximo ¿como es posible hacerlo al ciento uno, o más? Esa sería la más lógica pero no. En política no hay que atacar con lógica, con sentido común. En política a Illa se le tiene que atacar criticándole que haya usado su cargo como altavoz de su candidatura. Que no se haya empleado al ciento uno por ciento en su cometido de ministro. Que dejase al margen su otra responsabilidad. En definitiva, que cualquier argumento es válido para machacar a Illa, antes y después, desde Cataluña o desde donde sea. Como si ellos, los críticos, no hiciesen lo mismo, llegado el caso. Solo hace falta mirar su gestión.
Y quienes lo llevan a cabo, lo hacen también al ciento uno por ciento, o más. Para ellos el porcentaje si es el correcto, incluso se queda corto. Aquí -en la crítica, que también lleva su tiempo hacerla no crean ustedes-, aquí ya no aplicamos porcentajes. Si uno es senador por Cuenca -encantadora ciudad- también ocupa su tiempo en defensa de los conquenses en la puya al ministro y candidato por el PSC. Si otra es alcaldesa-senadora, o viceversa, como es el caso de mi ciudad, Marbella, su porcentaje de ocupación de sus tareas será del ciento uno por ciento en ambos cargos para atacar no solo a Illa, también al presidente del Gobierno de su nación, que por eso es senadora-alcaldesa. Ya multiplico yo por ustedes, no se preocupen. Cuando son dos cargos me da doscientos dos, por ciento claro. No se crean que es de sueldo o de dietas, que pudiera o pudiese.
Fíjense también en el portavoz del PP, José Luis Almeida, cuando actúa como vocero del partido. Por supuesto lo hace al cien por cien, o más. Luego, minutos después, en el mismo día, lo hará como alcalde de Madrid. Al mismo porcentaje de entrega, o superior. El pluriempleo es lo que tiene. Que a razón de ocho horas diarias en cada cargo, lo normal es que te quites horas de sueño. Eso sí, cuando duermes lo haces al ciento uno por cien. Sin preocupaciones.
A los aludidos, y a muchos más, no les pasa como a algunos de ustedes, lectores o no de esta columna. Ustedes deben dar gracias por la fortuna de tener ocupación al cuarenta por cien, o por horas, o menos. O teletrabajando desde casa, mucho más de su horario habitual. Ustedes tienen la fortuna de ir a la oficina del INEM, o la de la empresa de trabajo temporal, y mendigar lo que otro empresario pueda ofrecerle casi como jornaleros. Nunca será al ciento uno por cien de sus derechos, y por eso cuando llegue el momento de calcular su pensión de jubilación -si es que les llega- ésta quedará reducida en un porcentaje que -en ese caso sí- puede estar cercano a ese tanto por ciento tantas veces aludido.
Es lo que tiene dedicarse al ciento uno por cien en tu trabajo: que te renuevan el contrato por días. Otros, con doble cargo, lo hacen cobrando mamandurrias en el sentido literal del término, independientemente del porcentaje de trabajo desarrollado. Ya me decía mi abuela Hermenegilda: <hijo, no se puede estar en misa y repicando>. Abuela, es que yo taño las campañas al ciento uno por cien. Por eso me salto la misa.