Que se hayan contrapuesto en el tiempo dos tristes noticias, la primera y más lamentable por lo que tiene de pérdida de vidas humanas es el incendio de Valencia, y la del caso “Koldo”, que otros ya se empeñan en rebautizar como caso “Ábalos”, esta vez si, es pura coincidencia.
Dos edificios de 14 plantas cada uno, contiguos, formando un conjunto residencial en una de las áreas emblemáticas de Valencia. Un total de 138 viviendas, y lo que es más importante, hogares, con documentos y recuerdos de tantas familias, han sido rápidamente devorados por las llamas.
Horas y horas de titánico esfuerzo por parte de bomberos, de la UME -Unidad Militar de Emergencia- (no habitual en este tipo de casos), que muy poco han podido hacer -o mucho, según se mire- para controlar esta situación. La prudencia manda en estos casos sobre el número final de víctimas, la causa real que origina el suceso y el porqué de su desarrollo tan viral.
Las primeras informaciones apuntan al poliuretano, material que formaba parte de la construcción de la fachada, y que es altamente inflamable. El proyecto de la obra era de 2005, fecha en la que no estaba prohibido, aunque tan solo 1 año después pasó a ser desestimado por los técnicos.
Y claro, a partir de esa fecha, a nadie se le ocurre pensar y diagnosticar cuántos edificios de viviendas están construidas con ese material, ya no autorizado. Lo que parecía sencillo, por no actuar a tiempo, se ha tornado en tragedia. La duda es ¿habrá más? ¿No tenemos ya suficientes rescoldos?
Ábalos y Koldo, su hombre de confianza.
La hemeroteca viene a demostrar que una de las profesiones más peligrosas en el tiempo es la de chófer personal, a la vez hombre de confianza, más adelante asesor y consejero. Si a eso le añadimos algo más de morbo se nos traduce en portero de discoteca, recordando la película dirigida por Liliana Cavani en 1974 que llevaba ese título: Il Portiere di notte.
Todo eso, respetando un correcto orden de meritocracia, parecen haber sido los designios de Koldo García. Y no le falta claro, el mentor. El tutelador, guía, protector y defensor del tutelado. Quien con su dedo, enmascarado y cubierto con un buen dedil para no lastimarse o mancharse, lo aupó a tan interesantes tareas. El exministro y ahora diputado Ábalos debe dar de manera urgente explicaciones, sino otra cosa.
Lucrarse, y más en aquellas terribles fechas de pandemia, con negocios y comisiones exorbitados en lo que parece indican los medios como una trama organizada de contratos públicos fue y sigue siendo escandaloso. Que sea este el primer gran escándalo de corrupción que afecta a algún miembro de Gobierno de Pedro Sánchez, desde que llegara al poder en 2018, no es menester para que se investiguen y depuren las responsabilidades que procedan.
A partir de ahí, y de inmediato, se debería regular quienes y con que méritos deben acceder a esos cargos de consejeros en organismos públicos y no al libre albedrío del ministro o personaje de turno. A nadie le cabe en la cabeza, y es lógica la pregunta ¿Cómo es posible que un portero de discoteca -que además tenía asuntos anteriores con la justicia- pueda llegar a ser consejero de Puertos del Estado o de Adif-Renfe Cercanías?
Ahora en Valencia queda la solidaridad. En esa, nosotros ciudadanos españoles, somos campeones del mundo. Solo espero que esa solidaridad se amplíe a las instituciones públicas, a las empresas privadas, especialmente los bancos y compañías de seguros. Por favor, que por este lado no haya rescoldo alguno.
Sin embargo, nos quedan otros muchos reskoldos que limpiar en nuestra sociedad. Brasas, escozores, escrúpulos y recelos ante tantos indeseables -les guste la fruta o no- que deben ser separados radicalmente de nuestra conducta social ¡No a la corrupción! ¡Caiga quien caiga, no más rescoldos! En primer lugar, por respeto a las víctimas de Valencia después, por respeto a nuestra generación futura.