Alejado por un cierto tiempo de ustedes, que seguro les ha reconfortado, y al contemplar de nuevo la realidad de mi ciudad es inevitable no caer en un sentimiento de tristeza, que de inmediato se convierte en enojo, por no poder disfrutar o tener lo que por otros lares es simplemente sencillo y natural. Y, que conste, me aparto del bíblico pecado capital.
No se trata de pelearse con nadie. Tan solo de reflexionar y actuar en consecuencia. Aún así les digo. Que les parecería a ustedes una ciudad donde …
los pasos de peatones bien señalizados se respetasen por los automóviles; o que se crucen estos por los viandantes cuando el semáforo lo permita, en verde, nunca antes, ni siquiera pocos segundos y menos de la mano de un menor. Momento adecuado para enseñar.
Una ciudad donde en la calle, parques, plazas públicas, playa o montaña sean zonas libres de alcohol. O que sus parques y jardines sean cuidados y mantenidos con esmero y profesionalidad. Donde el espacio que ocupa el árbol sea un lugar seguro pues, por regla general, estaba allí antes que el hombre. Donde se sabe diferenciar la poda de la tala. La inteligencia del intelecto.
Un lugar donde vivir en el que cualquier tipo de acera mantenga un rebaje de solería que permita accesibilidad total a personas con necesidad especial. Donde haya vías o carriles especiales y de uso exclusivo del transporte público o de bicicletas. Donde los espacios compartidos entre peatones y bicicletas mantengan una prioridad esencial: el peatón.
Una ciudad donde un autobús, tranvía o metro, con dispositivo de rampa para carros de bebé; sillas especiales o andadores para personas haga bajar la rampa siempre que se necesite sin necesidad de rogatoria alguna. Donde se el joven respeta al mayor cediéndole su lugar preferente de asiento en el transporte público.
Ciudad en la que se respeta, y se hace respetar, los sitios de parking autorizados: donde los usuarios no utilizan los espacios de las paradas de autobuses u otro carril, ni siquiera con la excusa -cierta o no- de entrar a una farmacia. Una ciudad donde antes del inicio de cualquier tipo de obra que afecte a espacio público se habilite este con perfecto y seguro acceso para el ciudadano.
Una ciudad donde el comercio hostelero ocupe racionalmente, pero no invada, el espacio común del ciudadano. Donde se señalicen e informe de la situación y distancia de los monumentos, atracciones o lugares turísticos por amplias zonas de la ciudad.
Un lugar donde quien fume no arroje la colilla al suelo o cualquier otro tipo de desperdicio o basura. Donde, para ello, se habiliten papeleras en número y limpieza adecuada. Una ciudad que se embellece con obras artísticas para hacerla atractiva al residente y visitante. Una ciudad donde sus responsables públicos actúan en beneficio del ciudadano, con exposición clara de lo que van a hacer y cuánto cuesta.
Me despierto angustiado. Quiero pensar que he tenido un mal sueño. Pero no. Todo eso y mucho más que no relato para no cansarles lo acabo de palpar; de experimentar; de disfrutar con verdadera admiración. Es verdad que ha sido muy lejos de aquí: en nuestras antípodas como es Nueva Zelanda
Y ahora aquí, vuelto a la realidad de mi ciudad, de Marbella, y que quieren que les diga. Que tengo sana envidia. No la bíblica; la humana. Envidia sana, pero envidia.