Lo siento mucho, majestades. De verdad. Lo siento mucho. No volverá a ocurrir. Acabo de escuchar y ver en televisión la noticia por la que en los próximos veinte días los jubilados acogidos al IMSERSO -como yo y millones más- recibiremos nuevas cartas con el detalle de los destinos vacacionales para el 2022. Majestades, no sé si ustedes saben que por circunstancias que ya no vienen al caso todos los viajes quedaron suspendidos y, por lo tanto, no realizados. Parece esto un regalo anticipado de los Reyes Magos. ¡Que vivan los Reyes Magos!, ¡que vivan!
Yo no quisiera que estas noticias puedan entristecerles. Créanme. Máxime cuando antes de ayer era el cumple de Sofía, la Reina. ¡Felicidades, Sofía! A ella, no a usted majestad Emérito que ya sé que el suyo es el día de Reyes, el de los magos. Felicidades a ambos porque llevábamos tiempo sin saber de ustedes. Y mira tú que Inda y Manuel Cerdán, los de OkDiario, se empeñan que no sea así. Entiendo ya por qué los viajes del IMSERSO no deben de preocuparles. En tal caso si fuesen a Liechtenstein ¿verdad? Bueno, ni tan siquiera, pues de eso al parecer se encarga su primo Álvaro de Orleans y otros que denominan en el diario como testaferros.
Dicen que tiene usted ganas de volver a su España querida para comerse una buena tortilla de patatas. Solo, o en compañía. Pero las nuevas revelaciones de cuentas en fundaciones offshore vinculadas a sus majestades Eméritas, y de donde parece que le enviaba usted alguna calderilla a su todavía esposa y reina Sofía, puede entorpecerlo aún más. Y eso que es usted libre ¿o no?
Al escribir esto -también créame- no se trata de mal patriotismo por mi parte. De recordar -también de no hacerlo- su trabajo por este gran país. Por España. Ve que bonito queda. Se trata de recordar aquello que usted manifestó en su día y que representó ser otra gran metedura de pata, o de mano. Dijo usted: “Lo siento mucho, de verdad. No volverá a ocurrir”. Y usted no es que haya sido reincidente. Es que nos mintió antes, durante y después. Y ya es mayorcito para hacerlo. Aunque claro, también eran mayorcitos Puyol y la madre superiora y fíjate tú lo que se llevaron. Dicen y sentencian otros.
Parece que los días son elegidos a propósito. Hoy es San Carlos Borromeo, patrón de los banqueros y que los empleados de banca también celebraban. Desde hace años, con tanto fondo de inversión radicado en Luxemburgo y similares, la festividad ha quedado desfasada. Lo mejor es, como usted hace, celebrarlo fuera. De España. Los pensionistas lo haremos cuando lleguen las cartas, como muy lejos a Canarias. Y es que ya nos vale con mantener unos ahorrillos en la cartilla, aunque cada vez más menguantes. Lo que tenemos está aquí y lo sabe Hacienda. Lo suyo, dicen, está en camino.
Leo y escucho que puede usted terminar alojado en un territorio bien querido: Portugal. ¡Que cosas!, república además. Lo siento mucho, majestad. Lo siento mucho, de verdad. A mí solo me queda esperar a mañana día cinco. Digamos que no será un día triste pero no de buen gusto. Mañana, majestad, se estará cargando en mi cuenta el segundo plazo del pago de mi declaración de renta. Supone ello el pago total de mis impuestos. Tras cumplir con mi obligación para mi país intentaré irme con el IMSERSO a Menorca.
Mi mensaje termina aquí. Me despido de usted, majestad Emérita. Casi viene también al caso esa otra famosa frase de su general de campo, en la Zarzuela, en el infausto día del intento fallido del golpe de estado: “Ni está, ni se le espera”. De usted también lo espero, y por mucho tiempo. Ni para jugar al mus en el IMSERSO.