Existen tasas, créanme, que son obligatorias abonar. Insisto. No necesarias. Si, por merecimiento, obligatorias. Otras, por absurdas y con un afán egoístamente recaudatorio, deberían ser combatidas. Sin sangre, eso sí. Aún así, en ambos casos y para general y pública información, se deben de advertir.
Ya lo certificó Juan Gallo de Andrada, escribano de Cámara del Rey, cuando en el título preliminar de una afamada obra escribe: “… habiendo visto por los señores dél un libro intitulado El ingenioso hidalgo de la Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra, tasaron cada pliego del dicho libro a tres maravedíes y medio; el cual tiene ochenta y tres pliegos… y dieron licencia para que a este precio se pueda vender, y mandaron que esta tasa se ponga al principio del dicho libro, y no se pueda vender sin ella”.
Esta tasa, cualquier otra sobre El Quijote, convendrán conmigo ahora que no tienen que abonarla, que ha resultado ser justa y productiva. Y es que lo excelso no tiene precio. A no ser, claro, que tengas que pedírselo a tu ayuntamiento.
Les cuento. En un grupo de Facebook en el que participo, y bajo el nombre de Marbellamanía, se publica todos los días lo que se denomina “la palabra del día”. La idea es un plagio -tómenlo como positivo, aún cuando no todo plagio lo es- cuya raíz original está en la R.A.E. (Real Academia Española, de la lengua). Curiosamente, ya ayer para los lectores, la palabra elegida fue “arboricidio”. Y para no dejarles a medias, por si acaso, dice de ella la RAE: “tala injustificada de árboles (plantas perennes)”.
También curiosamente, que también ayer, el ayuntamiento de mi ciudad que bajo la vara de mando de su alcaldesa-senadora controla férreamente, quiso conmemorar y dar sentido a la palabra elegida por la RAE. Para ello que mejor que cometer de nuevo un arboricidio en una avenida de Marbella, la del Trapiche. Cuando escribo de nuevo, es porque son reiterativos. Ya lo hizo antes sobre otras. Siempre la misma excusa. Obras necesarias para adecuar servicios y … el mal estado de los árboles, de las palmeras, de lo que allí se encuentre. Un mal estado que siempre coincide con obras.
Desconozco, y sería también interesante saberlo, si las empresas subcontratadas por el ayuntamiento han obtenido su correspondiente licencia de obra; si han abonado las tasas correspondientes; si han entregado en su documentación para tal actividad información detallada de su arquitecto, aparejador, croquis, informe de responsable de salud, seguridad e higiene, o si simplemente como de buenas a primeras allí que va la máquina; allí que va la serradora, y árbol o palmera talado por las bravas.
No ha habido ninguna nota previa informativa por parte de nuestras autoridades responsables. Demuestran autoridad pero poca responsabilidad. La alcaldesa-senadora se reúne con los vecinos afines solo para las fotos; los vecinos afines se reúnen con ella por lo mismo. Los acólitos saldrán en defensa de lo indefendible. La calle, la travesía, quedará muy bonita después. Igual que en Miguel Cano. Otra calle con un plan especial -muy especial solo para los hosteleros- que no dispone de ningún arbolado.
Cualquier ciudadano, cualquiera comunidad de propietarios, debe rellenar múltiples impresos; convencer a los técnicos municipales, pedir licencia de obra, pagar tasas, y aún así ya se verá, para poder podar -no digo ya talar- cierta vegetación en su propiedad y, previamente a este acto, reemplazar lo destruido. Tasas y licencias que no sirven para ellos pero que no me hubiese importado pagar algún maravedí por poder leerlas. Así que, tendremos que seguir combatiendo. Sin sangre, por supuesto.