Tiempo perdido

Una ojeada a los titulares de las noticias publicados en los periódicos digitales me hace pensar que estamos perdiendo el tiempo. El tiempo en minutos, y también el meteorológico. El calor del verano ya no es ni caluroso. El de antes, el de muy antes, sí. Eso era calor. Ahora, todo lo medimos en función de veintisiete grados. Lo que decía. Tiempo perdido.

Mi cita con la ITV ha sido ahora. En pleno verano. Con calor. El sistema, que no por sistema, me ha dado una hora poco acomodaticia. Las dos y veinte. Como no puede ser de la madrugada porque el sistema no trabaja a esas horas, ya entenderán ustedes que ha sido a las p.m. O sea, de la tarde.

He pesando que a esa hora post meridiana no haría suficiente calor. Y yo quería calor. Mucho calor. El sistema muy amablemente me ha facilitado la de la siesta. A las cuatro de la tarde. Y allí que me ido. Un servidor y mi coche. Y es que, sin él, sin el coche, yo no pinto nada en la ITV.

Un joven con mono me ha atendido con los brazos y puertas abiertas. Un brazo lo extendía hacia una pantalla de ordenador; el otro brazo era para indicarme no se que. Las puertas estaban abiertas de par en par. Tanto que mi coche ha entrado. También a la orden de uno de los brazos del joven con mono.

Tras diversas instrucciones, mi coche respondía encendiendo y apagando luces; agitándose de forma brusca, sumidas sus ruedas en cierto engranaje. Yo, dentro de él, me sentía como una naranja en una batidora. Que no debe sentirse muy bien, creo yo. Esta vez las puertas estaban cerradas. No las de la ITV donde trabaja el joven con mono. No. Las de mi coche. Seguía haciendo calor. Mucho calor. Pasaban ya minutos de las cuatro de la tarde.

Mi coche ha pasado por un suplicio. Le han metido unos cables en sus partes traseras, que no quisiera yo que nadie tuviese la misma experiencia. Es para medir los gases. Ha sido la respuesta del joven, con mono. ¿Los gases de quien? -pregunté yo. Tranquilo, no son los suyos. Menos mal, me dije. Y eso que a veces me siento algo hinchado. Cambiaré de marca de cerveza.

El resultado final, después de una tensa espera, ha sido satisfactorio. Es más. Satisfactorio por ambas partes. Por ambas no. Por todas. Por el joven, con mono. Por la ITV. Por mí y por mi coche. Estaba autorizado a salir de las instalaciones por sus puertas abiertas.

Y a esto que, cuando iban a entregarme los papeles -los míos y los de mi coche- han aparecido por las instalaciones de la ITV -con las puertas abiertas- un mogollón de autoridades ¡Hombre, por fin me ha tocado algo!, pensé yo.

La Díaz Ayuso me ha dicho que no soy apto ¿la razón? no he dejado encendidas todas las luces del coche. Feijoó, que también estaba allí y como buen gallego, ha dicho que sí pero no. Que él dijo que sí hace quince días pero que ahora, como Isabel dice, pues es que no. No se quien, De los Monteros, con un mono pintado como la bandera de España y con barba, lo sentía mucho, pero esta vez no es como en Italia. Allí estarán de acuerdo, pero aquí somos mucho más extremos derechos, como Juanito.

Irene, Echenique y la Lilith Verstrynge, que no sé que pintaba allí, a no ser por el chico, del mono, me han sacado la espada a pasear. Finalmente he sido yo quien los ha mandado a ... Como a otros listos nacionales -en orden inverso nacionalistas- que acogiéndose a los beneficios de mi coche querían ellos lo mismo, o más, para los suyos. Hay otras ciudadanas listas, pero ya no pintan nada. Le he visto de reojo y estaba allí. ¡Sánchez, Sánchez, por favor, échame una mano! No he tenido éxito. Yo no tengo nada que ver. Es Europa, la guerra de Ucrania y el siete por ciento. Me ha dicho.

El calor de las cuatro de la tarde; las puertas siempre abiertas; el mono, del joven; un montón de visitantes, ni ilustres ni ilustrados y un servidor que había puesto el aire acondicionado del coche a veintiséis grados ha dado como consecuencia que tenga que volver a pasar la ITV. En definitiva. Lo que les decía. Tiempo perdido.