Un debate sereno

13/04/2023
Al igual que yo, seguro que muchos de ustedes han escuchado o leído en estas últimas dos semanas la expresión que da lugar al título de este artículo: “… es necesario mantener un debate sereno …”, que se concatenaba con las noticias que, referidas en la persona de la señora Obregón, polemizaban sobre lo que se denomina gestación subrogada. 

Y miren ustedes. Ni siquiera se ha respetado la Semana Santa, donde cirios y capirotes se exhiben en muchas de las ciudades de nuestro país, para que doña Ana haya ocasionado un cirio del carajo. Es decir, muy grande. O muy intenso. Al cirio me refiero.

Es así que, desempolvadas y sacadas del armario las posiciones de las diferentes formaciones políticas; organizaciones sociales; fundaciones; empresarios de la salud; la Iglesia y por supuesto la del Gobierno, algunos han venido a recular en su postura inicial para no decir ni que sí, ni que no. Que no se me ofendan los gallegos, ni siquiera uno de mis hijos que también lo es, pero ese es el estilo de Feijóo.

De nuevo, la indefinición del PP ante la clara postura de VOX, la de Ciudadanos, al igual que del resto de fuerzas, le está resultando un dolor de muelas a la fuerza conservadora. Y digo conservadora porque, aunque quieran definirse de centro, llegado el momento de afrontar las grandes cuestiones de este país, su disputa con un electorado cuasi común como es el de VOX, les hace virar hacia su posición real: una derecha poco proclive y abierta a la sociedad global.

Es por ello que, huyendo hacia adelante -que solo faltaría que fuese hacia atrás-, deciden aplazar su postura al respecto hasta después de las elecciones generales. Lo anterior demuestra -reitero- su oportunismo electoral. Pero, ahora, ¿cómo lo vendemos? Muy fácil. Llenémonos la boca de declaraciones al estilo “es necesario tener un debate sereno”, cuando lo mejor, de inicio, sería leerse la ley vigente al respecto. Leerla de forma serena pues así se entiende mejor.

No se trata de estar en contra de los debates. Por supuesto que no. Y si son serenos, mucho mejor. Muy al contrario, hay que propiciarlos, defenderlos y practicarlos. Debatir, hablar, incluso serenamente discrepar, no es que sea válido. En la vida, y más en política, es imprescindible. Sin duda hay que sentar unas mínimas bases previas. Nunca ausentarse, levantarse o impedir el debate. Respetar plazos, las normas o leyes hasta que estas se modifiquen. Tener clara intención de llegar a acuerdo.

Le sigo dando vueltas a lo del “debate sereno” y me viene a la cabeza la renovación del Poder Judicial; la del Constitucional; la de la Memoria Histórica; la relación con la Conferencia Episcopal, la Iglesia y sus inmatriculaciones. Me quedo corto. Me acuerdo muy bien como por parte del PP se han puesto palos y más palos en la rueda para que el carro nunca caminase o lo hiciese de forma imperfecta, y en parte así sigue.

Y también me acuerdo de sus grandes incongruencias. De como se espera a que otros hagan el juego, el trabajo sucio, para después según tus intereses ser beneficiario de aquello a lo que te oponías. Solo cabe citar la reforma de la ley del aborto, con esa ley de plazos que en aquellos tiempos no tan lejanos el PP demonizaba con la ayuda de la Conferencia Episcopal, de sus acólitos, y no de forma serena.

Y, cuando por fin el Tribunal Constitucional le da un varapalo jurídico a su recurso, veinte años después nos hacemos los buenos y escuchamos las declaraciones del señor Feijóo: “Mi opinión personal es que una ley de plazos bien construida es una ley correcta en términos generales, constitucional y un planteamiento que merece mi respeto.” Un debate sereno de veinte años.

Pasó lo mismo con la histórica y progresista ley de Zapatero sobre el matrimonio homosexual. Era el 2005. Sí, ha llovido pero la memoria de quienes tenemos años está ahí. De nuevo la calle fue tomada por el PP, por los ultra-católicos y, de la mano, también los obispos. Todos clamando al cielo. De nuevo, sin sereno debate, se recurre al Constitucional otro avance social. ¿La razón? Se "desnaturaliza la institución constitucional del matrimonio", y a mayores se añadía que la denominación de matrimonio a las uniones civiles de homosexuales suponía "un fraude de ley".

Tres años después el Constitucional les da un nuevo varapalo. Es entonces cuando Mariano Rajoy asistía a la ceremonia de Javier Maroto, quien hoy es portavoz en el Senado. La ceremonia se ofició de forma serena.

Por último, en el ámbito local, el debate sereno que se propugna por el PP no ha llegado a sus representantes de Marbella. Las continuas y estremecedoras noticias extraídas de un sumario de la Audiencia Nacional, que se inicia por una investigación de la policía y autoridades de Suecia en relación con la familia de nuestra alcaldesa-senadora, más que serenidad dan preocupación. Mucha preocupación. El maleducado silencio de la señora Muñoz en el último pleno extraordinario a solicitud de la oposición lo único que hizo es dar más pábulo sobre el origen de su patrimonio.

Ya no hay solución. Como se diría en Aragón: no va a reblar. Ya no dará un paso atrás. En los próximos comicios municipales de mayo serán los votantes los que tengan que evaluar -siempre de forma serena- si su forma de proceder, su imagen y la de su partido es la correcta. Si ese especial legado que nos deja -casi al estilo Gil- es el que beneficia a la ciudad. Lo debemos hacer los votantes y también sus compañeros de partido, porque no todo vale y existen límites.

Saco a colación una célebre frase de Max Weber: “Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política, o se vive de la política”. Les sugeriría un debate sereno al respecto. A no más tardar.
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