Intentar apartarse de la actualidad, más allá del siempre merecido periodo vacacional, viene a resultar algo difícil. Se puede llegar a ello, sin duda. Y la respuesta a como hacerlo la tendríamos que buscar en nuestros jóvenes. Ellos lo consiguen. Así lo dicen los resultados de uno de los muchos estudios que se publican en el que nuestros jóvenes se calificaban en el apartado de “¿cuánto te interesa la actualidad (califica de 0 a 10)?”. La nota superaba con pocas décimas el 2.
Sin embargo, nos guste o no, superando esa débil línea del interés; vivimos con la actualidad. Esta simple obviedad no resulta menor. Son los hechos del día a día los que van conformando y moldeando nuestros hábitos. En muchas ocasiones se llega a la obligatoriedad.
Las guerras y sus consecuencias directas e indirectas. Las decisiones económicas. Las de quienes tienen el poder de decidir por muchos y las más personales que afectan al núcleo familiar. Las decisiones políticas de nuestros gobiernos; de esas otras instituciones supranacionales que debemos acatar so pena de incurrir en infracción y multa. Nueva decisión que acarrea dolo.
Y, aunque en la mayor de las veces somos actores pasivos de todo ello, la actualidad nos envuelve y arropa dentro de su manto buscando intérpretes con los que conformar una nueva noticia. Siendo quienes sufrimos en primera persona todas y cada una de esas decisiones, en realidad somos los actores secundarios de una gran serie.
Ante este panorama no es de extrañar que una parte de nuestra juventud quede muy alejada de la actualidad. Pero, por desgracia, ese margen de edad de muchos escépticos, se va ampliando. Y, buscando culpables más allá de ahondar un poco en lo que pudiera ser nuestra propia responsabilidad -la que poseemos por medio de nuestros actos-, inmediatamente colocamos el punto de mira en todo lo relacionado con la política.
Solo me voy a centrar en dos temas. Solo dos, aunque creo que ustedes pondrán el punto de mira donde les interese (y en su libre derecho están) sean alguno de estos u otros.
Un general de la Guardia Civil, un ya exdiputado del PSOE, el “tito Berni”, (en investigación si hay más); un intermediario y clubes de alterne, restaurantes de lujo, consejos, mordidas, comisiones y … mierda, mucha mierda, viene a estar en investigación y actualidad en lo que se ha venido en llamar “caso Mediador”.
De inmediato lo aprovechan los rivales políticos, en este caso del PSOE, aunque cierto es que otras formaciones también se han manifestado claramente a favor de una urgente e inmediata comisión de investigación en el Congreso de los Diputados. Cuestión que no han aplicado en casos similares.
La segunda viene a referirse a una moción de censura contra el actual Presidente del Gobierno presentada por los actores de la ultraderecha de este país: VOX. Dentro del ordenamiento legal, y ejercitando sus derechos, lo hacen a sabiendas de no contar -ni en su presentación, ni a buen seguro en su debate final a marcar por la señora Batet- con el número de apoyos suficientes.
Y lo hacen presentando candidato no en la persona de su líder, señor Abascal, sino que -en lo que de forma generalizada ha resultado sorprendente- en la persona del profesor Ramón Tamames. Refutado economista, exdirigente del PCE, con 89 años de edad, fundador de Izquierda Unida, y ahora sorprendentemente candidato de la extrema derecha.
Hay demasiados actos en una parte de nuestros políticos y en su entorno que producen hastío, vergüenza y suponen una verdadera tomadura de pelo hacia la ciudadanía, a todos los que venimos en ser actores secundarios. Lo que resulta más grave es que no reaccionamos lo suficiente para atajarlo; para expulsar a los indeseables; para no volver a creer en quien se ha demostrado que ha mentido. Solo nos dedicaremos a -pasando de la actualidad- reprochar a nuestro contrario en lo que se ha venido en denominar “… y el tú más”.
Poco importa que alguien haya sido indecente si también lo ha sido alguien cercano a nuestro contrario en idea política. Dos indecentes e indeseables, que por lógica debieran sumar, se enfrentan en discusión entre los adeptos, acólitos o palmeros bien sea uno de un espectro o de otro cuando el hecho es el mismo.
La imagen constructiva de nuestro país, la de nosotros mismos, requiere como mínimo de un poco de dignidad en nuestros actos al igual que la de nuestros responsables públicos. Espero que sepamos en breve subir la nota.