Escribo esto ya entrada la noche. Una noche sin fragor. Poco antes de comenzar, el color rojizo de una inmensa nube competía en belleza con otra de un color mucho más oscuro, casi negro. Quizá sea el preludio de una noche mágica. Seguro que para algunos lo será. He de darme prisa en terminar. No quiero ser quien cause el más mínimo ruido que perturbe la concentración de quienes dan, y menos de quienes reciben. Además, tampoco es mi deseo llevarme una regañina de mi director. Cariñosa espero, si se produce. Y es que, ya va siendo tarde.
No sería justo empecinarse en abordar, aquí y ahora, temas polémicos; que causen disgusto, controversia, ni tampoco malestar. Después de la noche, hoy es el día de Reyes. Y esta vez, como pueden comprobar, lo escribo con mayúsculas. Es por homenajear a los más peques. Mostrarles mi reconocimiento por su desbordante ilusión. Por su sin parar. En muchas ocasiones por mantenernos vivos.
Nuestro premio es disfrutarlos. Su premio, que me gustaría pudiese ser para todos, es un regalo. Por pequeño que sea. Aunque no el que pudiesen esperar. Ya se sabe, los Reyes Magos, a veces, no pueden encontrar todo aquello que se anhela. Ni siquiera una macrogranja. Y contaminante, menos.
Preguntaba ayer tarde a un renacuajo, vecino mío, que qué había pedido a los Reyes Magos. Me miró con una cara como de autosuficiente; mejor dicho, con la cara de alguien que está plenamente convencido de lo que va a decir: “Pues salud para mis abuelos, ¡que les voy a pedir!”. Es ahora cuando debería describir mi cara al escuchar la respuesta. De sorpresa. De incredulidad. Incluso esbozando una pequeña sonrisa. No. De admiración.
No sé por que no nos tomamos mucho más en serio a nuestros peques. No sé por que no abordamos con mayor celeridad sus deseos. Quizá si lo sé. Los consideramos menores, no solo en edad. No los tomamos en serio, aunque nos riamos de lo que hacen y, también, hasta de ellos. Sus peticiones son mucho más justas, menos interesadas -por no decir egoístas- que las que cualquiera de los mayores podamos realizar.
La noche mágica ya ha pasado. Hoy, tanto para los católicos, anglicanos y ortodoxos, es la Epifanía del Señor. Para los peques, después de Papá Nöel, es un día de admiración. Buena parte de la comida y bebida ha sido ingerida por los Reyes Magos y sus pajes.
Ahora toca jugar y divertirse. Ahora toca el dejar a un lado las polémicas, el debate, la oportunidad o no de declaraciones absurdas, de su manipulación. Así que, si de verdad has sido bueno, después de una noche mágica disfruta de ellos con su felicidad. Quedan pocos días para que la batalla comience de nuevo. Pero no hoy.