A la huelga diez, a la huelga mil
a la huelga, madre, yo voy también.
A la huelga cien, a la huelga mil,
yo por ellas, madre, y ellas por mí.
Un año más tarde aún resuena en la memoria colectiva el cántico que las mujeres de Bilbao alzaron a voz en cuello al aire el pasado 8 de marzo. Cuando uno contempla aquel momento siente que una nueva vida recorre su cuerpo, que la reivindicación toma razón de ser una vez más y resulta irrenunciable no sumarse este año, de nuevo, a la huelga feminista.
Una huelga que exige feminismo para cambiarlo todo, porque la arquitectura social en la que vivimos aún conserva rancias vigas bien asentadas preñadas de machismo. Aquí no hay medias tintas, no existe ni el supremacismo feminista, ni la ideología de género, ni el feminismo liberal, inventos ideados por aquellos que desean mantener su status quo como hasta ahora, incapaces de entender que el único futuro posible es el futuro de igualdad entre hombres y mujeres, y que pretender con estos eufemismos a los que se agarran intoxicar un discurso de justicia social que ha crecido en los último años como una marea violeta imparable.
Una masa social, la de las mujeres, con una fuerza de movilización enorme que ha tomado conciencia de su propio poder es la que hace el llamamiento para que el día 8 salgamos a la calle, para reivindicar un futuro mejor para una sociedad mutilada ahora en derechos, obligaciones y deberes y que deja fuera de su funcionamiento ordinario a más de la mitad de la población. Una injusticia histórica que debemos cambiar, por la que batallar hasta la consecución de la igualdad real.
El día 8 de marzo yo me sumaré a la huelga, una huelga feminista laboral, de cuidados, de consumo, estudiantil y asociativa porque entiendo que mi posición en la sociedad debe ser la de perseguir la justicia para todos y para todas, porque tengo una hija de 7 años que me gustaría heredara una sociedad igualitaria, porque no entiendo una comunidad en la que la mitad de sus componentes están excluidos en determinadas áreas y ámbitos, y como hombre facilitaré que mis amigas, mis compañeras, mis familiares puedan salir a la calle a reclamar una serie de derechos que también son míos, a combatir una injusticia histórica.
El viernes 8 de marzo, a las 12:00h tenemos una cita en la Plaza de Los Naranjos, y allí nos reconoceremos como sociedad, como pueblo de Marbella, podremos mirarnos a la cara y pelear juntas por un mundo mejor.
Y mientras reflexiono en estas líneas sobre la huelga feminista del 8M escucho, veo, comparto una y otra vez aquel cántico de las mujeres que atronó las calles de Bilbao hace un año y solo espero, deseo, que en las calles de Marbella atruene uno similar.
A la huelga diez, a la huelga mil
a la huelga, madre, yo voy también.
A la huelga cien, a la huelga mil,
yo por ellas, madre, y ellas por mí.