Daniela tiene 9 años, una gitana vikinga a la que me gustaría contarle, decirle, que su vida, que sus sueños no tienen límite, que puede aspirar a lo que desee, luchar por aquello que tiene en mente hasta las últimas consecuencias, sentir que puede, que puede y que con su trabajo, con su constancia, con su empeño será suficiente.
Por eso, porque me gustaría decirle y contarle eso, siempre celebramos el 8 de marzo en casa, desde lo simbólico hasta lo trascendente, desde la soflama y el entendimiento, hasta lo banal o más superfluo. Porque visibilizar el concepto es primordial, porque proyectar el concepto es necesario, porque luchar por el concepto es imprescindible.
El feminismo nos hace mejores, una sociedad más capacitada, más preparada para combatir los retos del futuro, una sociedad mejor. Y sí, el 8M resulta una jornada necesaria, para dar voz a los silencio es atroces del pasado, a los tropelías cómplices, al presente equidistante.
Una jornada para gritar a voz en cuello que somos iguales ante los avatares de la vida, iguales ante los retos que nos plantea, iguales ante el futuro del mundo. Y sí, esa jornada debe ser combativa, debe ser alegre y combativa.
Una jornada que nos debe invitar a la reflexión, a liberar emociones enrocadas, sentimientos paralizantes.
Y nosotros, ellos, tenemos que luchar junto a nosotras, ellas en esta batalla titánica en pos de una igualdad real. Porque la construcción de un mundo mejor necesita de la suma de todas las miradas, de la participación de todas las manos, del aliento de todos los corazones.
No permitiré que los agoreros salvapatrias, los machirulos rampantes, los cazurros evangelizadores, los meapilas rijosos, los caducos casposos, los nimchismi ni feminismi ensombrezcan este 8M combativo, alegre y combativo. Porque esta es una lucha de iguales para iguales y contra nadie.
Así que, sí, adoctrinaré a mi hija de nueve años para que ella también se sume a esta jornada de reivindicación, porque mi presente, nuestros presente, es su futuro y me gustaría contarle, decirle, que su vida, que sus sueños, no tienen límite. Y que fuera verdad.
Originariamente emitido en Cadena SER Marbella Costa del Sol