Andrés

Y se ha quedado un tanto huérfano el paseo marítimo, que te echaba de menos desde hace unos meses, y parece que el mar rompa con menos bríos sobre la playa, que las gaviotas mantienen más quedos sus graznidos y que al roquerío de los espigones le cuesta más orquestar sus sonidos. 

Un tanto huérfana se ha quedado la oficina de La Morenita, ese meeting point de la Marbella que no entiende de castas pero sí de clases y que echará de menos, sin duda, tu presencia de parroquiano inexcusable, de voraz conversador.

Más huérfanos los amaneceres a los que acompañabas en tus paseos matinales, brindando con el nuevo día una nueva posibilidad de transformar el mundo y la vida y la sociedad en tu batalla permanente contra la injusticia.

Huérfana ha quedado un tanto esta ciudad de decencia y honestidad y coherencia, tres palabras que no se estilan hoy y que tu llevabas grabadas firme sobre roca firme que diría nuestro amigo Manolo.

También un tanto huérfano el Ayuntamiento de Marbella que nació a la democracia entre tus manos, formando parte de esa primera corporación en 1979, y en cuyos recodos y escaleras y pasadizos y salas y salones se mantendrá esa esencia tuya de rebeldía incólume.

Huérfana también la política chica, que es en realidad la política grande, la que se construye con el gesto diario, con la actitud resoluta, la que nos atañe a la ciudadanía en nuestro caminar diario, esa política que va más allá del gesto porque como bien subrayabas “todo acto es político” y así debe ser entendida la vida.

Huérfano el devenir de la ciudad de ese compromiso sin fisuras que forjaste en el día a día con toda aquella causa que requiriera un aliento, un combate, una batalla, para caminar hacia la justicia social, para que los de siempre dejaran de perder y ganaran, al menos una vez, una vez al menos.

Un tanto huérfanos, un tanto, porque tu legado de luchas imposibles, nos ha forjado inasequibles al desaliento, irreductibles ante los retos, inviolables al desencanto, porque si de ti hemos aprendido algo y tanto nos ha quedado es que “la única batalla que se pierde es la que se abandona” y aquí, nadie está dispuesto a abandonar.

Gracias, Andrés. Por todo.