Antes la playa llegaba hasta aquí

Creo que he contado ya aquí esta misma anécdota, la repetiré, si acaso, porque considero fiel reflejo del problema al que Marbella se enfrenta con sus playas, porque ya es, definitivamente un enfrentamiento de la ciudad que lamina y la naturaleza que se impone. 

Decía, repetiré aquí la anécdota. Mi suegro Antonio, marbellero de pro, cuando paseábamos por la Avenida del Mar se paraba mediado el paseo y me decía siempre: “Antes la playa llegaba hasta aquí”. Era una sentencia sencilla, producto de la vivencia personal y de la experiencia, pero además dotaba de realidad una situación insostenible.

Si trazaba a poniente y levante la línea recordada por mi suegro y miraba hacia el mar, casi cien metros de construcciones, paseo marítimo, hormigón, mármol, etc., ocupan hoy lo que era playa ayer. Y la consecuencia primera de esta ocupación excesiva y artificial es que la naturaleza no puede retroalimentarse, curarse, sanarse a sí misma, es decir, las playas autoregenerarse y cada año se transforman en un piélago de roqueríos y hundilones que hay que mantener de manera adulterada.

Arena arcillosa de color férreo en San Pedro Alcántara, arena de las canteras de Coín. En fin. Los disparates son recurrentes y siempre los mismos cuando no se aborda el problema real que es la ocupación brutal del perfil costero de nuestra ciudad.

Ya no es la diatriba de espigones transitables sí o no o paralelos a la costa o perpendiculares o sumergidos o de superficie, todos remedos para aligerar el asunto en cuestión pero no para solucionarlo definitivamente.

Tampoco creo que la dinamita y el derrumbe sean la solución, pero contener las licitaciones y concesiones que se dan, inspeccionar y recalibrar el Dominio Marítimo Terrestre, que en nuestra ciudad tiene una incomprensible y antinatural forma de sierra desde los años ochenta, podrían ayudar.

Por si hay dudas, “La zona marítimo – terrestre (ZMT) se conceptúa como el espacio comprendido entre la línea de bajamar escorada o máxima viva equinoccial, y el límite hasta donde alcanzan las olas en los mayores temporales conocidos o, cuando lo supere, el de la línea de pleamar máxima viva equinoccial. Esta zona se extiende también por las márgenes de los ríos hasta el sitio donde se haga sensible el efecto de las mareas” o mejor y más sencillo, “todos aquellos terrenos en los que en alguna ocasión, se haga sentir el mar”.

Si lo analizamos en Marbella… Parece evidente que los sucesivos temporales de primavera y de otoño, llegan bastante más allá de lo establecido actualmente por la ley.

Nadie pondrá el cascabel al gato de la ocupación abusiva de nuestro litoral, así que podremos seguir padeciendo las arenas rojizas o canteranas ad aeternum.

Mientras se dirimen estas disquisiciones llegan el eco de las palabras mencionadas por mi suegro Antonio: “Antes la playa llegaba hasta aquí”.