El primer día de colegio que ayer tuvo su ensayo previo general y hoy levanta el telón para su primera función sin red comienza con un suspenso monumental en excesivas asignaturas que ni el cambio de signo de gobierno andaluz ni los tiempos de adaptación entre instituciones pueden justificar.
Porque no se trata de responder a problemas nuevos a los que dar solución de urgencia, con inmediatez o improvisación diligente, sino a cuestiones estructurales que responden a una necesidad conocida, avisada por los profesionales, por el alumnado, por las asociaciones de madres y padres, no solo en Marbella, si no en el conjunto de la sociedad educativa andaluza.
Porque la educación pública no puede ser maltratada como lo está, con ella nos jugamos un futuro en igualdad de oportunidades, más justo y solidario, más empático, con redes sinérgicas más fuertes, con lazos interclases más sólidos que a la postre resultarán en una sociedad más madura, más amplia de miras y mejor preparada para un futuro poliédrico, multicultural, de talentos y capacidades diversas e interconectado.
La asfixia a la que los gobiernos neoliberales, neoconservadores, están sometiendo a la enseñanza pública, la dejadez, la falta de apuesta firme, real, sin fisuras, de los llamados gobiernos progresistas, la incapacidad de unos y de otros de llegar a un Pacto de Estado por la educación, de blindar un porcentaje del PIB para dotar los presupuestos de un emolumento digno, suficiente, la ausencia de una apuesta sólida y contundente por una educación pública de calidad para todos y para todas va a terminar generando una fisura social de primera magnitud.
De ingenuo y buenista ya me estarán tachando los agoreros, pero permítanme que exija lo que considero justo, equitativo, igualitario en educación para ver crecer a mi hija Daniela en una sociedad justa, equitativa, igualitaria, pese a conocer los oportunos intereses por impulsar la educación concertada frente a la pública.
Y es que un año más se comienza el curso en Marbella con las graves deficiencias con las que terminamos el curso pasado y comenzamos el anterior. Masificación, aulas calientes, nula atención a la diversidad, barracones prefabricados, colegios sin comedor, tasa de interinidad brutal en el profesorado, mantenimiento deficiente, falta de suelo escolar, zonas de adscripción superadas. Muchas de estas reivindicaciones, demandas, recogidas, rubricadas, firmadas por todos los partidos políticos que se presentaron a las elecciones andaluzas en diciembre del año pasado y a las elecciones municipales en mayo de este 2019 en un acuerdo marco impulsado desde la Agrupación de AMPAS de Marbella. Y nada.
La educación pública es un derecho conquistado del estado del bienestar, la garantía de la equidad en el acceso al conocimiento. Si queremos que se mantenga sana, vigorosa, con calidad, no podemos dejar de luchar por ella. Y está visto que ha de ser curso a curso, curso a curso, año a año, año a año.