Es un movimiento profundamente político y perfectamente apartidista, intergeneracional, intersectorial, transversal y autoconsciente como pocos. Un movimiento telúrico que no tiene miedo, no tiene miedo de reivindicarse, no tiene miedo de expresarse, no tiene miedo de movilizarse, de hacer suya la calle.
Ayer estuve en Sevilla y reafirmé todas estas creencias que había sentido desde siempre, participando codo a codo con ellas en sus reivindicaciones. El futuro será feminista o no será porque es un movimiento cargado de razón y de solidaridad, que debería reflejar como un espejo la sociedad de la que emana.
La huelga feminista del pasado 8 de marzo supuso un paso exponencial en la reivindicación del feminismo como única opción de futuro. No solo visibilizó su enorme fuerza y su musculoso estado vital, sino que abrió los ojos a un sector de la sociedad que aún no era consciente de las limitaciones a las que el patriarcado las había sometido durante décadas.
Esa huelga feminista permitió que el movimiento desbordara sus propios límites y alcanzara nichos aún adormecidos, aún temerosos, aún escépticos. Y creo que las movilizaciones que se iniciaron en Sevilla en la mañana de ayer que se expandieron por Andalucía primero y el resto de España después por la tarde van a suponer un nuevo punto de inflexión para el feminismo.
Decía al inicio que es un movimiento profundamente político y perfectamente apartidista, porque sabe y entiende que las soluciones son y deben ser políticas y que estas soluciones, herramientas, mecanismos deben buscar el consenso a mayores de todos los partidos y si no es así, esta ola violeta, morada, está dispuesta a decir alto y claro que “no nos representan” a aquellos que coarten, mermen, mutilen los derechos conseguidos hasta ahora.
Una carrera de larga distancia, repleta de obstáculos y de trampas, liderada por mujeres valientes, mucho, capaces de enfrentarse entonces a todo y capaces ahora de tomar su legado e incendiar y ocupar las calles siempre que los avances logrados hasta el momento se vean amenazados.
El feminismo ha tomado conciencia y ha hecho visible de manera imparable su razón de ser, y nos permite vislumbrar lo que sin duda sería un futuro mejor, donde mujeres y hombres caminemos a la par en derechos, obligaciones y deberes.
Mientras ese futuro llega, las personas que nos sentimos, que somos feministas, que creemos que el feminismo es la única posibilidad de construir una sociedad mejor estaremos en la calle, para visibilizar, para reivindicar, para luchar contra todo aquel que quiera cercenar los avances conseguidos hasta el momento. Ni un paso atrás.
Porque el futuro será feminista o no será.