Blanquear el fascismo

05/12/2018
5.671 personas votaron a VOX en Marbella el pasado domingo. 72.455 en Málaga y 395.978 en Andalucía el 10,97%, una de cada diez personas aproximadamente. 

Quiero creer que el voto al VOX es un voto cabreado, indignado, un voto a la contra. Quiero pensar que el voto a VOX es un voto sanguíneo, más pasional que reflexivo, producto de una coyuntura nacional muy concreta que ha visto su espejo reflejo en Andalucía. Su oportunidad de expresar el malestar. Quiero como demócrata, firmemente, pensar eso, porque creer que el voto a VOX es un voto ideológico me asusta.

En toda la campaña electoral he tenido la tentación de caricaturizar y con la caricatura restar importancia al fenómeno. Observarlo como una rara avis y convencerme de que ese movimiento no traspasaría las fronteras de las redes o de las barras de bar a las urnas. Pero el domingo, recorriendo los colegios electorales, el mapa que se dibujaba era otro. Y el resultado, ya conocido, demostraba que la tentación de bosquejar una caricatura era un error garrafal. Porque ya han pasado. Porque ya están aquí.

Apelo, como decía al inicio, a la idea de creer que el voto a VOX recoge el cabreo de un sector de la sociedad que el resto de partidos no han sabido canalizar, pero me niego a creer que el ese mismo voto sea ideológico, porque el programa electoral de VOX resulta ser filofascista y no creo que en Marbella, las 5.671 personas que les han votado aprueben ese programa en su mayoría. Y si lo hicieran, el problema sería mayor aún, porque habremos metido entre todos a la serpiente en las instituciones de manera mucho más profunda de lo que los números reflejan.

Me cuesta mucho, quiero, creer que algunas de las personas que conozco y han votado a VOX estén en contra de la derogación de la Ley Contra la Violencia de Género, o de que se saquen de la Seguridad Social las operaciones devenidas de un aborto o cambio de sexo, o que se suspenda el espacio Schengen, que permite ahora la libre circulación de la ciudadanía por Europa, en un destino como el de Marbella que vive del turismo en su mayor parte.

También dudo que esas personas que conozco y que han votado a VOX deseen la suspensión de los organismos feministas o que estén a favor de la liberalización del suelo, de nuevo en Marbella que aún padece los desmanes de la urbanización descontrolada y la especulación, o la derogación de la Ley de Memoria Histórica cuando en el cementerio de San Bernabé tenemos una placa que recuerda a los represaliados por la dictadura franquista en esta ciudad. Todo extraído de su programa electoral.

Lo dudo, quiero dudar que esto sea así, porque entonces sí, de verdad habremos abierto la puerta de las instituciones a un partido filofascista que promueve a través de su programa la eliminación de derechos y libertades, conquistas sociales del estado del bienestar, por los que la ciudadanía lleva luchando décadas El huevo de la serpiente ha eclosionado delante de nuestras narices y no hemos querido, podido, verlo. Y el que no se lo crea, que lea la felicitación que un exlíder del Ku Kux Klan ha enviado a VOX esta semana.

No se puede blanquear el fascismo. Y nuestra tarea como sociedad será la de combatirlo desde el espacio que les descoloca, combatirlo desde la voz y con las propuestas que mejoren la vida de la gente, de lo contrario la serpiente nos engullirá a todos, como en aquel chiste cínico: “Primero fueron a por los gays, pero yo no era gay, después fueron a por los negros, pero yo no era negro, después a por los judíos, los inmigrantes, las mujeres, pero yo no era judío, ni inmigrante, ni mujer. Por último fueron a por mí, y ya no había nadie que me defendiera”.

5.671 personas votaron a VOX en Marbella el 2 de diciembre.
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