Calle Serenata, Marbella. Material poético, la vida

15/04/2020
Un sol intermitente que templa las paredes de ladrillo, como un horno calmo y refractario. La ligera brisa con rastros de sal que sobreviene calle Serenata arriba. Venus encajado en la primera noche como si de una taracea se tratara. Una bandera de arcoiris refulgente que se mece con el aire de la tarde. La Cruz de Juanar abrazada por las brumas como amantes heridos.

Hace un par de años recibía la llamada de Blanca, la profesora de literatura de mi antiguo colegio en Barakaldo. Me invitaba a hablar de poesía a los alumnos y alumnas de último curso, 17 y 18 años. Coincidía con la publicación y presentaciones de mi segundo libro de poemas, “Poso de Ceniza”, y en aquellos días los versos, las estrofas, saltaban con redobles sobre mi piel. Por supuesto, sí. Iría.

Para preparar la charla, gran responsabilidad, el buen alumno que regresa a la patria estudiantil de su infancia, ante su profesora de literatura, delante de los alumnos y alumnas que eran sus iguales porque él mismo había estado allí antes. ¿Cómo contarles qué significa la poesía para mí? Un reto. Hasta que creí dar con la tecla. ¿Cuál es el material poético que me empuja a la escritura? La vida. Material poético, la vida. Y con esto armé una charla de casi dos horas donde hablamos de amor, sexo, excesos, atardeceres, desgarros y frustraciones, luz y tinieblas. Tuve la suerte de repetir esta misma charla más tarde en Marbella, en el Guadalpín, gracias a la invitación de Maribel Ballesta. Norte y sur. Material poético, la vida.

En estos tiempos de confinamiento, casi a cada esquina, en cada rincón, en el leve movimiento del ala de un pájaro parece acechar la musa inspiratoria, he visto las redes sociales preñadas de literaturas y canciones, de cuadros y de versos, de novelas colectivas y dibujos perversos, de fotografías del espanto y teatros del absurdo. La fecundidad artística de esta reclusión es insondable y solo después, “cuando todo esto acabe” (socorrida y manida frase), habremos de percatarnos de la trascendencia artística de este momento inédito y extraordinario.

La vida recluida, ese material poético, que tiene en la tragedia, el dolor, lo insólito y las emociones desbordadas, un motor inspirador, alimentado por la necesidad de contar qué, cómo, por qué nos está pasando esto y hacia dónde caminaremos después.

Mientras, el sol se desvanece sobre los tejados y desciende muellemente sobre un horizonte que solo puedo imaginar, sus cintas doradas se reflejan sobre la pared inaudita y marcan un esbozo de lo que mañana será.

Calle Serenata, Marbella. Material poético, la vida.
 
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