De primero de elecciones

“Pintar todas la calles, podar todos los árboles, arreglar todas las luminarias y tapar todos los socavones es de primero de elecciones”, recuerdo bien esta frase que decía un viejo alcalde a quien quería oírla ante la llegada de los comicios locales. 

Era primer edil de un municipio pequeño y se había mantenido casi durante 30 años con el bastón de mando en mano a base de escucha activa, socarronería, entrega a sus vecinos y vecinas “y mucha pintura”, apostillaba guiñando un ojo, hasta que la salud le retiró del cargo, “y no mis vecinos y vecinas”.  

Esta vieja escuela de tener la ciudad a punto antes de que la ciudadanía acuda a las urnas se repite en numerosas localidades estos días de precampaña, donde los nervios ante el pistoletazo de salida de una nueva cita electoral provocan excesivo celo en la limpieza, el repintado y la cartelería de promesas hoy incumplidas, mañana futuribles realidades.

Hacía mucho tiempo que no veía en Marbella tantos operarios de tantos gremios tan distintos actuando a la vez en tantos sitios. “Todo a la vez en todas partes”, como el título de la última película ganadora de un premio Oscar. Y es que es en estos días donde parece que el equipo de gobierno marbellí tuviera prisa por adecentar la ciudad y darle la razón al axioma del viejo alcalde.

Me gustaría presumir que el electorado es más inteligente y sensible que todo esto y lee más allá de la fachada impuesta “de primero de elecciones”. Me gustaría que su mirada se posara en las repetidas, manoseadas, reiteradas, promesas incumplidas, en la ausencia de un Plan Estratégico de Ciudad (lo hubo con el gobierno del tripartito y su horizonte era 2022), en la falta de un Plan Director de Turismo, en el diseño de un futuro realista, acorde con la emergencia climática, en el colapso de las infraestructuras, en la imposibilidad del acceso a la vivienda, en el alfa y el omega de las edades, los mayores sin residencia pública y los jóvenes sin Casa de la Juventud, en los barrios.

Apelar siempre a la cortedad de la memoria del votante es un recurso simplista propio de los malos dirigentes, de los mercachifles, de aquellos que juegan con el electorado un trasunto de trilerismo cada cuatro años, nada por aquí, nada por allá, de los que pretenden tutelar nuestro voto como si fuéramos un rebaño. En fin.

Lo que no contaba aquel viejo alcalde es que pintaba todas la calles, podaba todos los árboles, arreglaba todas las luminarias y tapaba todos los socavones cuando sus vecinos y vecinas se lo advertían porque siempre entendió que estaba al servicio de la ciudadanía. Y aquello no era de “primero de elecciones”, sino de primero de buena gobernanza.