Estos últimos días me llegaba por wasap un vídeo documental que glosaba los 50 años del colegio de Barakaldo en el que estudié, el Colegio Cooperativa El Regato, una rara avis en el panorama educativo al ser precisamente una cooperativa integrada por familias y profesorado que buscaba, en aquel entonces al menos, ofrecer a los estudiantes un paso más allá en la vanguardias pedagógicas y que resultó para todas las personas que participamos de ella algo más, porque aquella experiencia educativa giraba en torno a nuestras vidas, años cruciales de nuestras vidas, para mí entre los 5 y los 18, entre 1979 y 1992.
Ayer lo vi una vez, con expectación y curiosidad. Hoy lo he vuelto a ver desde la emoción. Y qué emoción.
Cuando estás allí eres solo levemente consciente de la importancia determinante que algunas personas ejercen sobre ti en la vida. Con la perspectiva de los años, del paso del tiempo, el papel crucial de los maestros y de las maestras se revela de manera casi mágica ante tus querencias, tus gustos, tu orientación profesional… Y allí veo a Belén y a Blanca y a Margot y a Carlos por citar algunos y casi puedo situarles en los momentos de impulso y aliento que me llevaron a tomar determinadas decisiones, a amar profundamente las letras o a estar en el mundo de una manera más valiente, más comprometida.
No sé hasta dónde ellos y ellas son conscientes de esto, de cómo su influencia, en ocasiones sutil, en otras mucho más determinista, ha hecho que en este momento, treinta años más tarde, esté donde esté, sea como ahora soy. Es un influjo poderoso que va mucho más allá de la adquisición de conocimientos y nos enfrenta directamente con la vida.
Y luego están las otras imágenes, las de los compañeros y compañeras, de aquellos y aquellas que crecimos juntos en la complicidad y en la batalla, en el amor y en la desventura, en el desvelo de los secretos de la vida, en las crisis existenciales y la osadía de la adolescencia, en casi todas las primeras veces de casi todo.
Compañeros y compañeras que han estado siempre presentes de un modo u otro, más allá del tiempo y de la distancia, formando parte de ti como un elemento sustancial más, que te permitieron forjar un concepto de la amistad, de la solidaridad interpares, de la fidelidad más allá del aula, y que aún hoy somos capaces de tejer redes de complicidad como casi con nadie.
Sí, en El Regato también aprendimos ecuaciones y fórmulas físicas y latín e historia y literatura, pero más allá de eso, aprendimos a conjugar otros verbos trascendentales para la vida como amar o compartir o jugar.
Y tanto es así que este fin de semana tendré la oportunidad de brindar en Málaga con un buen puñado de regatians, será a nuestra salud, pero también a la salud de nuestro cole, a la salud de El Regato que nos unió para siempre.