El Pinillo

Desde que comenzaron las obras me he negado a bajar hasta El Pinillo. Es una rabieta, una chiquillada, pero quiero retrasar lo máximo posible contemplar cómo se ha esquilmado el último refugio dunar urbano que quedaba en nuestra localidad. 

Las dunas de El Pinillo se llamarán este próximo verano Parque Mediterráneo, en un alarde de ampulosidad digno de un proyecto que aspira a 250 plazas de aparcamiento, 5 pistas de fútbol playa, dos de vóley playa y una de balonmano, zona de práctica de yoga, un auditorio para la celebración de eventos y dos parques infantiles, y que en el camino nos ha dejado huérfanos a los paseantes de ese tramo de senda litoral, del sosiego que tantas veces hemos buscado en el caminar por esos lares.

Por supuesto el proyecto se vende con eslóganes como “es el mayor equipamiento deportivo de playa de Andalucía”, sin preguntarse si para Marbella es prioritario tener en sus siempre paupérrimos y afectadísimos arenales “el mayor equipamiento deportivo de playa de Andalucía”, o si este megaproyecto es prioritario para la ciudadanía que residimos en esta ciudad más allá de la época estival y que padecemos de forma constante la ausencia de otras infraestructuras básicas esenciales que, por otra parte, parece “ni están ni se las espera”.

Eso sí, contaremos con “un total de 2.900 metros cúbicos de arena especial de sílice que ha se traído desde la localidad gaditana de San José del Valle, con un gran lavado y sin polvo de entre 0,5 y 1 milímetro” y así me quedo mucho más tranquilo.

Este es un ejemplo de la ciudad con pies de barro que es Marbella en tantas ocasiones. La imposición de un megaproyecto que arrasa con uno de los últimos espacios urbanos verdes, un equipamiento que nadie ha demandado y que se antepone a otras muchas necesidades perentorias que municipio y ciudadanía reclaman desde hace décadas, que se envuelve con todo el oropel y se vende a fuerza de propaganda y publicidad.

El Parque Mediterráneo costará más de 4 millones de euros.