Europa, Europa

Siempre he sido un europeísta convencido, mi vocación internacionalista de pensamiento me ha llevado a ello con naturalidad desde que era muy joven. Esta vocación europeísta, como decía, conlleva un sentimiento de pertenencia a algo superior a mí mismo, a mi país, a mi región, mi comarca.  

Trasciende porque habla de una historia y una cultura común que nos ha llevado al enfrentamiento permanente, pero también al socorro mutuo y a la solidaridad entre países. Un sentimiento de comunión plurinacional capaz de mantener sus idiosincrasias dentro de un reto común.

Pero ya apuntaba Julio Anguita en su día que las fuerzas que deseaban esta unión de las Europas diversas tenían más que ver con los intereses economicistas que con las aspiraciones culturales y sociales, y así lo ha demostrado la historia con empeño y ahínco.

Y así se ha desdibujado, ha quedado atrás, ese sueño de una Europa multicultural de convivencia plurinacional donde las diferencias eran las que nos hacían ricos en la diversidad, todo laminado por los discursos ultranacionalistas que ponen el foco en la lucha y el destierro del otro frente al abrazo común de las ideas.

La derecha ultramontana, ombliguista, que es incapaz de ver más allá de sus propios intereses de supervivencia y jamás podrá o querrá apreciar, históricamente no lo ha hecho nunca en nuestro continente, la grandeza y el futuro que se encuentran insertos en la pluralidad.

Una Europa permeable a diferentes idiomas culturas, visiones del futuro, ideas, arte, formas de vida, nos permitirá afrontar el futuro con una mayor solidez que la que nos ofrecen los mercados o las visiones ultramontanas y ultranacionalistas que los vientos de la derecha y la extrema derecha están avivando desde sus visiones de túnel, estrechas e interesadas.

La paz, las políticas agrarias y pesqueras, la asistencia médica comunitaria, los planes de estudio comunes, la seguridad del entorno digital, una Europa sin fronteras, las decisiones económicas… Todas estas cuestiones se deciden en Europa, cuestiones que te afectan directamente en tu día a día, normativas europeas que de obligado cumplimiento para todos los estados miembros.

Europa no está lejos, Europa eres tú y son tus decisiones. Si no decides tú, alguien lo hará por ti.