Siempre esta sensación dicotómica, ambivalente con FITUR, la Feria Internacional de Turismo de Madrid. Hoy piso este entarimado en el que el mundo exhibe sus excelencias turísticas, sus acciones, bondades y reclamos, donde el mundo grita ven y nos impele a la visita, al ocio, a la cultura, al conocimiento, el disfrute… Y con esa algarabía de color y vítores y palmas, siempre una sensación de ¿es realmente necesario acudir?
Y la respuesta, pese a mi permanente renuncio inicial, es sí. FITUR es una oportunidad de escaparate sin parangón parna los destinos más modestos. Una fotografía adecuada en un momento adecuado puede ofrecerles un impulso que no podría obtener de otra manera, un eco en medios nacional e internacionales que sería imposible obtener de otro modo, en otras circunstancias.
Una estrategia previa, buen material audiovisual, contacto con los medios cercanos antes, durante y después, inversión en publicidad y, sobre todo, un buen contenido, una buena oferta, una gestión inteligente de los recursos propios para vendérselos a los demás.
No se debería ir a la aventura, con una mano delante y otra detrás, sin oferta, solo esperando la oportunidad de colocarse en la foto adecuada (que también), sino tratar la inversión en el desplazamiento como una oportunidad de importancia.
Mis quehaceres profesionales me han llevado a FITUR en más de una decena de ocasiones. En un mundo prepandémico donde las degustaciones de productos locales eran uno de los leit motiv para tantos, y los destinos se afanaban con exhibiciones gastronómicas y culinarias, donde los folletos, panfletos, trípticos y dípticos eran el cúlmen de la vanguardia publicitaria, donde las fotografías aún se hacían con carrete.
He comprobado cómo ha cambiado, cómo el entorno digital cobraba cada vez más importancia, cómo los productos audiovisuales se cuidaban cada vez más. La oferta, el perfil de cliente potencial, también ha ido mutando con el paso del tiempo. Un cliente más exigente, más conocedor, con más argumentos, más selectivo, frente a una oferta cada vez más afinada, más personalizable, más relacionada con la experiencia que vende el destino.
Cada año, me hago las mismas preguntas y entro en las mismas contradicciones y llego a similares conclusiones. ¿Hay que estar presente en FITUR? Sí, sin duda, pero es igualmente o más importante saber cómo se va y qué se lleva.