Infodemia

La Organización Mundial de la Salud define como infodemia el exceso de informaciones no relevantes relacionadas con el coronavirus y las consecuencias nefastas de alarmismo y pánico que estas informaciones provocan en la sociedad.  

El término infoxicación, creado por Alvin Toffler en 1970 como information overload, sobrecarga informativa, y perfilado como dice la Fundeu por “el especialista en información Alfons Cornella” se utiliza “para aludir a la sobresaturación de información, como acrónimo de intoxicación por información. Se trata de un término cada vez más frecuente en los medios: «El exceso de información causa el síndrome de la infoxicación, que está caracterizado por la ansiedad y la angustia», «La infoxicación es la incapacidad de análisis eficiente de un flujo de información elevado», ya se conocía.

Ambos, infodemia e infoxicación, se están haciendo más presentes que nunca en estas últimas semanas, desde que la crisis por el coronavirus está afectando a nuestro devenir cotidiano. Es precisamente ahora, en este instante álgido, cuando la sociedad debe asumir el espíritu crítico como la mejor de las vacunas, buscar las fuentes veraces, dar crédito sólo a lo que nos trasladan las instituciones. Todo lo demás, pasto del terror y de la locura.

La imaginación y despropósito de trolls y haters en las redes sociales crean cientos de bulos diarios, estas situaciones de focalización informativa sobre un asunto grave de emergencia sanitaria que nos afecta igualmente a toda la sociedad son el caldo de cultivo perfecto para la proliferación de todos ellos, y el miedo, que magnifica la credulidad, la espoleta que los alimenta y activa.

Resulta muy complicado abstraerse del torrente informativo que nos atraviesa a través de los canales formales e informales, prácticamente imposible, pero digamos que aplicar cierta mirada escéptica ante la avalancha de informaciones y el consumo dosificado de las mismas puede ser un buen inicio. Yo mismo lo intento, raciocinio y sosiego, pero evidentemente también he caído en las redes del temor y he dado pábulo de manera excesivamente rápida a alguna de las noticias que me han llegado. Nadie está libre.

Quizá apelar al sentido común, a la responsabilidad de los medios y a la concienciación de la ciudadanía sea mucho apelar para una sociedad que ya ha, hemos, caído en la infodemia, quizá sea mucho apelar, sí, pero asumirlo en voz alta puede ser el primer paso hacia la reparación.