La integración es la civilización, la socialización, la victoria de la empatía, el refuerzo de la solidaridad. La integración es calidad de vida. La integración es la vida. Por eso cuando la administración nos hurta a la ciudadanía las herramientas necesarias para hacer posible la integración también nos arrebata la civilización, la socialización, la empatía y la solidaridad.
Dentro de dos días, el viernes 10 de marzo, diez alumnos y alumnas con diferentes grados de diversidad funcional del CEIP Juan Ramón Jiménez de Marbella van a dejar de recibir el tratamiento de fisioterapia escolar como lo estaban recibiendo hasta ahora. La técnica que imparte este servicio, dependiente de la Junta de Andalucía, se jubila y con su jubilación se jubila a dicho tratamiento. Como apelaban las familias y comunidad educativo del centro ayer en una rueda de prensa, “el servicio se extingue, pero nuestros hijos e hijas no”. Esta es la realidad. Tozuda. La realidad.
El servicio de fisioterapia educativa es un servicio transversal que atañe a Educación, a Discapacidad y a Salud, tres ejes fundamentales que el estado del bienestar debería defender desde lo público con toda la fuerza de la que la administración, en ocasiones, es capaz. Pero no.
Las familias, después de que la dirección del centro haya recurrido la situación y peleado desde sus competencias hasta lo indecible por mantener el servicio, las familias, repito, han tenido que salir a la calle a reclamar justicia, a reclamar sus derechos, a reclamar dignidad y a clamar por la calidad de vida de sus hijos e hijas.
Familias que llevan toda la vida demandando, peleando con las distintas administraciones, contra la inmensa burocracia, contra la injusticia para que la atención desde lo público a sus hijos e hijas sea la mejor, como todos la quisiéramos, la mejor. Pues una vez más, la administración, les empuja a salir a la calle, a denunciar, a reivindicar derechos que deberían ser inalienables. Derechos inalienables.
La integración es riqueza, es empoderamiento. La diversidad es un reflejo de la ciudadanía. La atención a esa diversidad y la lucha por la integración nos compete a todos y a todas porque con ellas, sin duda, construiremos una sociedad mejor.