La ciudad imposible 2

Hace un año por estas fechas, era 26 de junio escribía en estos mimos pagos digitales un artículo titulado “La Ciudad Imposible” que desarrollaba una idea central sobre la carencia de infraestructuras a las que Marbella se enfrenta en su día a día y que se vuelve acuciante en el periodo estival, con el desembarco definitivo de los turistas y residentes de veraneo, que hace multiplicar por cuatro la población de la ciudad durante al menos dos meses.  

Todo sigue igual.

Por eso, cuando los próceres dedicados a la cosa turística aplauden a rabiar los nuevos datos sobre las previsiones de visitantes para este 2019, que parece batirá records, no veo que tamaña magnitud de afluencia se vea acompañada de la exigida reflexión crítica sobre ¿cuántas personas más caben/cabemos en Marbella sin morir en el intento? Es decir, ¿cuántas personas más es capaz de absorber la ciudad sin que sus ya deficitarias infraestructuras colapsen?

Por aportar datos. El pasado mes de mayo fue el mes que más turistas visitaron Marbella desde el año 2005, esto es, desde que el Instituto Nacional de Estadística recaba los datos. ¿En qué se traduce? En 87.475 viajeros y viajeras. Repito, 87.475 viajeros y viajeras. Una subida del 8%, repito, del 8% con respecto al año pasado. Una cifra descomunal para un mes que no está considerado como temporada alta. Brutal.

Brutal porque la proyección de estos datos a futuro resulta inquietante.

Hace dos años, Izquierda Unida organizó un debate apasionante sobre los modelos turísticos y que bajo el epígrafe “El Turismo Necesario” concluyó que el turismo es un sector poliédrico, transversal y multidireccional, ya que afecta a todos los segmentos sociales, económicos e institucionales y el modelo que se adopte para el futuro marcará indefectiblemente el desarrollo de la ciudad y, viceversa, el modelo de ciudad que se adopte para el futuro afectará el turismo. Una idea que el ex consejero de Turismo de la Junta de Andalucía, Rafael Rodríguez, sintetizaba preguntándose “¿Qué ciudad queremos? Y en ese marco, ¿qué turismo queremos y cómo podemos llegar a él?”.

Esas preguntas están aún sin respuesta. Resulta osado jactarse de los grandes número que nos vienen encima sin haber establecido, abierto, definido, las líneas teóricas primero y las de desarrollo práctico después, que nos ayuden a construir un modelo turístico para la ciudad de Marbella o un modelo de ciudad turística para Marbella.

Queda nuestra urbe a la espera de un Plan Director de Turismo que plantee una estrategia a medio y largo plazo sobre estas cuestiones, y la posibilidad de que esta ciudad imposible se transforme en una ciudad habitable y envidiable, también en los meses de verano.