Marbella de Monopoly

Resulta una metáfora sonrojante que Marbella, ciudad que durante años ha estado sometida al arbitrio interesado de una banda de dirigentes corruptos, pugne ahora por ser ciudad de Monopoly, sí, ciudad de Monopoly, el juego clásico en el que se venden y compran propiedades, calles, ciudades, casas, mansiones al mejor postor y en el que la especulación y el pillaje se premian hasta acabar con el peculio del resto de jugadores. Una ciudad como moneda de cambio. 

Sería cómico si no resultara trágico, dejémoslo en tragicómico.

Pero el aprendiz de especulador que se juega los cuartos falsos al Monopoly se queda en nadería comparado con el uso instrumental que las administraciones hacen de esta ciudad en periodo preelectoral, este sí, Monopoly de verdad, y en la que ponen trenes, quitan hospitales, colocan autopistas como si se tratara de un entretenimiento. Unos jugadores que disputan entre ellos o a favor de la banca, pero nunca en favor del ciudadano.

Y es que esta semana, los anuncios a bombo y platillo y la noticia sobre la Marbella del Monopoly se han superpuesto en el tiempo y casi asemejaban ser la misma cosa, con un ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, que jugaba a poner y quitar infraestructuras con la aparente facilidad de un infante. Una melodía que en Marbella se ha escuchado tantas veces que se oye como agua llover, pero que una y otra vez, y de manera incomprensible, se le da tanto pábulo como a la primera. Quién no recuerda aquel tren bala presentado por Jesús Gil.

Y ojo, que lo del Monopoly no es una coña marinera. Hay varias ciudades en pugna por aparecer en las mejores casillas de la nueva edición del juego en España y Marbella es una de ellas, compitiendo en dura lid con Boadilla del Monte, Logroño, Alcalá de Henares o la propia capital de la provincia, Málaga y, por ahora, ya ha dejado atrás a Fuengirola, Mijas o Vitoria. Quedan aún cerca de 45 días para seguir votando por nuestra ciudad y las casillas azules aún no están adjudicadas.

El caso es que Marbella es objeto de deseo, ya sea en el Monopoly o en la realidad, y mientras la carrera por el primero se quedará en nada si se pierde o se gana, en la segunda, la realidad, si perdemos, dejaremos a una de las ciudades más importantes de Málaga y Andalucía con unas infraestructuras, esta vez, sí, de juguete.