La poesía te enfrenta a la vida. Como autor, te sitúa frente a tus contradicciones, frente al núcleo central de tus querencias, de tus emociones, frente a cierto desvelo sentimental. Como lector, te coloca frente a un latido nuevo, un aliento en la nuca, una mirada hacia un horizonte por explorar.
Habla la poesía de lo humano, de lo banal y de lo trágico, de lo cómico y de lo utópico, de la vida y sus consecuencias, del amor, el amor, el amor, y todas sus aristas, como el poliedro de sensaciones que es.
Y así, te permite sumergirte hasta lo más profundo, hasta la génesis, hasta lo nuclear de uno mismo y de su alrededor. Porque la poesía se puede interpretar de tantas maneras como miradas aleteen sobre ella. No hay que entenderla, hay que sentirla, dejarse llevar, no buscar su significado último, sino la sensación que provoca en uno.
Y así es como Marbella rezuma, rebosa poesía más allá de lo concebible en estos días. Porque Marpoética invade la ciudad en lo lírico y en lo real, trasladando los versos a lo cotidiano, a los lugares reservados al día a día. Abriendo la voz y la palabra al alma de la localidad. En los centros de saber clásicos y en los barrios, en las azoteas y en las bibliotecas, en los mercados y en las murallas.
Este año Marpoética se ha abierto definitivamente al arte local, sin complejos, poniendo en valor el talento diverso y ecléctico que late en Marbella, como su propia concepción de ciudad, también diversa y también ecléctica. Y a la voz poderosa de los autores más reconocibles se ha sumado la voz de aquellos autores que desde lo local abren igualmente su ventana al mundo.
Lo local. Esta era una de las apuestas de la dirección de Marpoética y de la delegación de Cultura del Ayuntamiento de Marbella con Carmen Díaz al frente y el trabajo de todos sus técnicos, pero que no podría ser posible sin la coordinación y la pasión de Pedro Molina y Manuel Peláez que han sabido poner el tono al coro de voces que hemos participado (y aún participamos hasta el jueves próximo) en las diversas actividades organizadas. Gracias, sin duda, siempre.
Y así, reconocer la mirada de mis compañeros y compañeras de viaje en esta sección de Marpoética que se dio en llamar “Charlando entre versos” y de la cual hemos participado desde la modestia y el amor por las letras Agustín Hervás, Kesia Disaya, Flora Jordán, María Cabrillana, Zuer Al Bakali y servidor con la batuta de Irene Abecia.
Nos encontramos en el camino. En la vida. En el verso por escribir.