Ese azul rotundo, material poético, la vida. Relámpagos que serpentean en el cielo. El perfume inconfundible de la playa con los primeros soles recios de primavera. La frustración de los deseos olvidados. La rabia contenida, y ese labio mordido. Un llanto a oscuras. La complicidad de la noche que depara prodigios. El amor mayúsculo. El amor minúsculo. Material poético, la vida.
Esta semana hablaba de la importancia de encontrar la voz de una generación, de encontrar el vehículo que ayude a canalizar los sentimientos y emociones de cada una de las generaciones, esas voces poéticas, ancladas a la literatura y a la música con soberbia fortaleza, capaces de transmitir una idea, un deseo, una emoción en su propio lenguaje, único, decidido, particular.
De levantar los miedos y los prejuicios, de no pensar en el qué dirán, sino solo decirlo, expresarlo, contarlo. Más allá de mi mayor o menor vehemencia, sentí el calor de su interés de compartir un cúmulo inmenso de emociones, pese a la distancia de los años con la audiencia, comprobé cómo algunos deseos que ellos y ellas expresaban aún se mantienen intactos en mí.
El Día del Libro posibilita estos encuentros fugaces y maravillosos, enriquecedores, más aún cuando la parroquia es gente joven, mucho, con un interés voraz por entender el mundo, por expresarse, por encontrar su camino, ya sea literario, vital, social, profesional.
Es mi segunda vez, la primera fue el nueve de marzo en el colegio de me vio crecer. La de ayer, en el IES Guadalpín de Marbella, donde algunos de mis amigos férreos de esta segunda vida forjaron sus destinos profesionales, Antonio, Chafli, hasta donde una marbellera de la calle Ancha caminaba todos los días para estudiar su grado de FP, donde Eva predica y a donde Maribel me invitó gratamente a charlar sobre el material poético, la vida.
Cuento esto aquí porque me parece una obligación aprovechar este foro para darles voz de algún modo, para trasladar esta emoción que tanto en Barakaldo como en Marbella han provocado en mí, para dar a conocer fuera de sus ámbitos más evidentes, los familiares, los educativos, que hay una generación pujante, interesada por su alrededor, comprometida, dispuesta a hablar si va a ser escuchada, que ha encontrado sus canales de expresión más allá de lo que los adultos comprendemos, que está viva y deseosa de conversar, de gritar, de alzar la voz, su voz, la de su generación.
A ellos y a ellas, con mil kilómetros de distancia, gracias, gracias por permitirme compartir con vosotros todo ese material poético, la vida.