número 21
Reposo mi mirada en ti,
como un pájaro marchito,
y hiere tu luz, daga de miel y risa como canto.
Aún aterido de frío septentrional,
las pestañas escarchadas, el temor en los huesos que tiemblan,
para decirte que te quiero,
que la patria saturada de melancolía
se halla solo en tu abrazo, guarida.
Que los himnos que desbordan son
los tuyos,
las banderas que se inflaman,
tus pestañas,
y no hay más discurso heroico que el de tu susurro.
Tú. Susurro.
Ya no entiendo mis patrias sin ti,
porque tú eres la mía, siempre,
en la melancolía y en los trazos del pasado,
mi patria presente y el fulgor del futuro.
Como un atardecer cálido. Cálido. Cálido.