Primer amor

14/02/2025
Es como ese primer amor que nunca se abandona, que forma parte de uno para siempre, que se aloja en un lugar cálido del corazón, que te acompaña en otras aventuras y con otras querencias, pero que permanece contigo hasta el final. 

Mi primer amor se llamaba Zaldiko Maldiko Irratia, Radio Tío Vivo, y era una emisora pirata alojada en una buhardilla destartalada de una casa más destartalada aún en el barrio de Zorroza de Bilbao.

Colchones y hueveras en las paredes para amortiguar la reverberación de nuestras voces y la obligación de guardar silencio al paso del tren que hacía retumbar los cimientos de la casa y se colaba entre nuestros circunloquios como un invitado más.

Yo tenía 18 años y estudiaba primero de la carrera, no estaba seguro de querer ser periodista, pero me zambullí en la radio como a los brazos de una amante o de una amiga.

Zaldiko Maldiko Irratia nos permitió un ensayo de futuro. Y nos dio la valentía y las ínfulas para hablar de lo que nos preocupaba en aquel entonces con la libertad que te da la inexperiencia y la ingenuidad.

Arrastramos a aquella radio a amigos y conocidos para charlar, para debatir, para contar la vida desde nuestra juventud y desde nuestra insolencia, pinchar nuestra música más allá de convencionalismos y disfrutar de sentirnos algo por primera vez, una voz propia.

El eco de aquella primera experiencia que llevó el título de “El Desván” era muy escaso. El radio de acción de Zaldiko Maldiko se circunscribía apenas a unos cientos de metros de la casa destartalada, ni siquiera se podía escuchar en todo el barrio de Zorroza.

Pero la anécdota habla de un aitite, de un abuelo, que todos los lunes cogía un autobús en Barakaldo y se desplazaba hasta las inmediaciones de la emisora, a una cafetería próxima, se pedía un café, se fumaba un purito, sacaba una radio del bolsillo, la colocaba en la mesa, escuchaba a su nieto y a sus compinches en aquella hora de radio que hacíamos y después recogía de vuelta a Barakaldo.

No me lo confesó hasta tiempo después de iniciada aquella primera aventura que duró lo que un curso lectivo.

Así que aquel primer amor es compartido en mi corazón. Ayer, 13 de febrero, se celebró el Día Mundial de la Radio. La sintonía que sonaba en aquel “El Desván” era Serenade from The Stars de Steve Miller Band.
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