“El silencio es cómplice”, “El que calla otorga”, hay cientos de refranes en el acervo cultural y social que remiten al hecho de que el silencio siempre es ocultación y tras la ocultación, siempre hay un interés, que puede ser espurio o prístino, pero siempre un interés.
En otros foros ya he expresado la que creo necesidad obligada de absoluta transparencia en torno a todo lo concerniente a la Operación Malaya, por lo simbólico, trascendental, por el impulso de regeneración democrática que supondría enterrar de manera definitiva las últimas coces del gilismo y que la sociedad marbellera pudiera mirar hacia el futuro libre de esa carga.
Por eso, desde esta óptica no entiendo por qué el gobierno municipal de PP y OSP se ha empeñado durante tres meses en ocultar a la ciudadanía que el dinero recuperado de la Operación Malaya debía destinarse, bajo requisitoria de Hacienda, al pago de deudas con otras administraciones y no a inversiones.
El portavoz del equipo de gobierno arguyó ante los medios que esta ocultación se realizó por “lealtad institucional” y la alcaldesa argumentó en rueda de prensa convocada de forma exprés que existía un informe jurídico que sí permitía destinar ese dinero recuperado a inversiones.
A esto hay que añadir que el hecho se destapa para los vecinos y vecinas de Marbella a raíz de una información periodística y no por voluntad de los munícipes. Pese a todo, voy a creerme las explicaciones que ofrecen desde el gobierno municipal, por “lealtad ciudadana”.
Pero no.
No hay nada que justifique dicha ocultación, menos aún que bajo ese silencio se orqueste y construya una consulta para decidir en qué orden se colocan unos proyectos u otros, proyectos, por otra parte tampoco pergeñados por los vecinos y vecinas de Marbella. La ocultación genera desconfianza y la desconfianza, frustración.
Todo lo que atañe a la operación Malaya requiere de absoluta transparencia, transparencia que no permita ni un ligero viso de duda, que destierre la opacidad y el oscurantismo en todo lo que atañe a los bienes recuperados, que expulse a la corrupción de los hábitos cotidianos.
Si la alcaldesa hubiera hecho pública la requisitoria de Hacienda, que recibió el 26 de junio, 4 días más tarde de recibir el primer cheque de fondos recuperados, yo como ciudadano hubiera batallado a su lado para perseguir que ese montante se pudiera destinar a inversiones.
Pero, “El silencio es cómplice” y yo no quiero serlo.