Somos mayoría

12/02/2020
Los descreídos, agonías, salvapatrias de barra de bar, agoreros y demás mercachifles de la derrota son incapaces de enlodazar con su pesimismo antropológico las iniciativas respaldadas por una mayoría.  

La sociedad, compuesta por ciudadanos y ciudadanas a los que la Constitución nos otorga rango de igualdad, tenemos un poder mucho mayor del que creemos y del que los poderes fácticos desean. Un poder que se sustenta en nuestro número, mayor que cualquier otro, pero que fracasa de manera estrepitosa en nuestra voluntad.

Voluntad que en muchas ocasiones resulta endeble porque escuchamos en demasía a los meapilas antes citados y demasiado poco al corazón que alienta la llama. La ciudadanía debe tomar conciencia de su poder, de su capacidad para cambiar las cosas, de derribar muros que creíamos indestructibles. Solo hace armar, fortalecer, esa voluntad.

En este punto, los salvapatrias intentarán abortar la utopía de estas afirmaciones, argumentando que tras cada movilización hay un interés oculto, espurio, que pretende ir más allá de la reivindicación para dar de comer a “los de siempre”. Estos agoreros suelen hablar muy alto, a voces y dándose palmadas en el pecho, se los reconoce fácilmente. Con gesto simiesco imponen, desgraciadamente en demasiadas ocasiones, su visión del mundo e insuflan la duda en aquellos y aquellas que ya habían dado un primer tímido paso.

Mercachifles que ante la falta de argumentos se dedican a simplificar el mensaje hasta el tuétano, sin dar cabida a otras opiniones y opciones.

La mayoría, entonces, ante la duda, quizá el temor, se atomiza, y al atomizarse se desactiva y al desactivarse la voluntad, se pierde el impulso de cambiar.

Los utópicos, soñadores, en estas estamos estos tiempos, comprobando cómo cada vez más los descreídos imponen su fatalismo…

Pero, siempre hay un pero, una luz brilla como una tea encendida allá al fondo. Y compruebo que una plataforma ciudadana es capaz de paralizar un la construcción de un parking sobre el biotopo de San Juan de Gaztelugatxe, convertido en Rocadragón por obra y arte de Juego de Tronos, en contra de la decisión de ayuntamiento de Bermeo y diputación de Bizkaia, o cómo un grupo de familias es capaz de revertir una decisión institucional y conseguir que los comedores sigan perteneciendo a los colegios y no a las empresas de cáterin.

Somos mayoría, solo tenemos que mirar a nuestro alrededor y creérnoslo.
 
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