Espacio residencial, hotelero, comercial y deportivo en el corazón de uno de los barrios más colmatados de la ciudad. Un espacio público cedido para la explotación privada por décadas. Una megaproyecto que no va a dar solución a los problemas estructurales del equipamiento deportivo de la localidad y que va a acarrear, de nuevo, el uso privativo de un terreno municipal público, de todos y de todas.
Está claro que, tras 50 años de historia del Estadio Municipal, urge su renovación, su reconstrucción, pero dicha reconstrucción debe ir vinculada a este mismo espacio, como motor del barrio y generador de cohesión social y de comunidad.
Para lograr este objetivo la financiación del nuevo estadio municipal debería ser cien por cien pública, tanto su construcción como su gestión posterior, para que esa infraestructura sea un espacio de ocio, de entendimiento, generador de cohesión y de comunidad a este barrio trabajador como son Divina Pastora, Puya o el Huerto del Cura.
El gobierno del PP se aferra a la colaboración público-privada como única posibilidad para dar viabilidad económica al proyecto, cuando tenemos otros ejemplos similares en las que los ayuntamientos han solicitado financiación de otras instituciones, como la Junta de Andalucía o como la Diputación de Málaga.
Ya se hizo en el estadio de la Rosaleda de Málaga, se ha hecho en la Línea de la Concepción, donde la Junta ha aportado 6 millones de euros y se va a hacer en Linares en 2024, donde la Junta inyectará 9 millones de euros.
Desconozco si en la licitación pública del proyecto se exige a la empresa explotadora que el estadio no sólo tenga uso por el Marbella F.C. si no que se use para otro tipo de eventos o que la instalación de atletismo sea pública y no de gestión privada como los gimnasios y piscinas de Miraflores o Fuentenueva, que las plazas de parking sirvan para las gentes del barrio a precios asequibles, que los espacios y locales construidos sirvan para los clubes o asociaciones de la ciudad o que las zonas de ocio y de esparcimiento sirvan para el uso por parte de los vecinos y vecinas del barrio. Permitidme el sentimiento negativista, pero me da que no.
No negaré que Marbella necesita un nuevo estadio, pero aspiro y reclamo que este nuevo equipamiento sea también para la gente, para todos y para todas, para el barrio.
Pero intuyo que una vez y experiencia mediante, no va a ser así.